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Graciela Mariezcurrena.
Destacada trayectoria de trabajo en educación especial.

Una voz capacitada para hablar de la integración.
“Sería mucho más fácil decirle a los padres que está todo bien, porque es lo que los papás quieren escuchar. Pero cuando informamos que no puede continuar la integración tienen que tener la plena seguridad que se trata de una decisión muy madurada” explica la profesional.

Hace 28 años que Graciela es docente especial y hace unos cuantos también que es maestra integradora.
Consultada, dice que “es difícil, pero gratificante a largo plazo, esta tarea de estar abocada a la educación especial”, y para confirmar esto a medida que lo menciona hay cientos de anécdotas, de recuerdos que vienen a su memoria.
Vale la pena contar una: la de un niño, hoy ya hombre, que siendo alumno era muy conflictivo desde lo social; en esa búsqueda de relación tenían con Pedro Kessler, docente del establecimiento, lo que se entendió con el tiempo era un ritual de conflicto, de explosión, que trasuntaba en una difícil relación.
La docente explicó que “ese chico fue el primero que llegó al velatorio de Pedro cuando falleció y es hoy un hombre hecho y derecho, un señor con todas las letras, que confirma que nuestro trabajo tiene resultados a largo plazo, en el tiempo”.
En su trabajo como maestra integradora destaca, sobre todo, el trabajo y la predisposición de los maestros de escuela común, que abren las puertas de sus salones para permitir las experiencias de integración.
¿El momento más emocionante? “Cuando tengo que despedir a un chico porque seguro hemos pasado muchas horas, muchos días trabajando juntos. También es emocionante descubrir los caminos de razonamiento que sigue cada uno, que son diferentes, que justifican sus acciones y que lo descubrimos con el contacto cercano, con el trabajo conjunto. Por ejemplo, un alumno al que no le gusta escribir todo el proceso que sigue para resolver un cálculo y que no obstante llega al resultado final y escribe la respuesta; él justifica que puede hacer el cálculo mental pero que no le gusta escribirlo; eso hay que respetarlo y se lo comunicamos a la docente”.
A modo de reflexión dijo por ultimo que “por eso es muy importante el trabajo permanente y la comunicación con los docentes”.
Consultada sobre lo que implica la decisión de que un chico esté en plenitud en escuela especial, porque se ha comprobado que no puede continuar la integración, Graciela dice que “sería mucho más fácil decirle a los padres que está todo bien, porque es lo que los papás quieren escuchar. Pero cuando informamos que no puede continuar la integración tienen que tener la plena seguridad que se trata de una decisión muy madurada, sumamente pensada y analizada con los equipos de trabajo, y porque hemos visto que en lugar de hacerle un bien a ese niño le estamos haciendo un mal. Siempre hay que tomar en cuenta qué es lo que al niño le resulta mejor, que esté bien y que sea feliz en el ámbito donde va a llevar a cabo su desarrollo integral”.