Servicio Meteorológico Nacional - Coronel Suárez.
   

René Lavand regresó a Coronel Suárez por pocas horas.

El reconocido ilusionista paseó por diferentes lugares de la ciudad y se emocionó en su encuentro con ex compañeros de escuela primaria.
Lo sorprendimos en el Gran Hotel conversando con el Dr. Alberto Travería.
Recordó sus vivencias y se encontró además con Don Horacio Giménez.
En el mediodía del viernes la gente, que lo reconocía tomando un café en la vereda de Cinema, no salía del asombro.
Un caballero en todo sentido.
Hace 75 años que llegó a Coronel Suárez y 70 que se fue.
Hoy vive en la paz de su intimidad en la ciudad de Tandil.
Es único como artista de la ilusión con las barajas y es un poeta con las palabras.
De lo que fue una fatalidad terminó haciendo una fortaleza.
“Regresé a Coronel Suárez no para encontrar esa mano que aquí perdí, que se que no la voy a encontrar, sino para revivir la adolescencia, que a mi edad es muy importante”.

Tiene 84 años, está más creativo que nunca, gestando nuevas cosas que no sabe si en algún momento podrá llevar a las tablas. Quiere por lo menos llegar a viajar a España una vez más, para recorrer Andalucía, un lugar que lo ha recibido muchas veces para aplaudir su arte.
Su nombre completo es Héctor René Lavandera, conocido en el mundo artístico como René Lavand. Vivió 5 años en Coronel Suárez y aquí tuvo lugar el accidente que le provocó la pérdida de su mano derecha, cuando solo tenía 9 años de edad, en un incidente en plena vía pública, en momentos de un festejo de carnaval.
Desde su infancia este particular hombre practicó la cartomagia hasta alcanzar un completo dominio de la baraja. Fue maestro de sí mismo, porque los libros que hasta entonces había a disposición estaban destinados a personas con dos manos y él contaba con una sola para realizar su arte.
Es diferente, particular, único. Si otros ilusionistas utilizan la rapidez para ocultar el secreto, él utiliza la lentitud desafiando a todo el mundo. Ha creado una frase que repite en cada ocasión en la que se presenta: “no se puede hacer más lento”. Acuñó la palabra “lentidigitación” (contraria en este caso a prestidigitación) que define la ilusión realizada lentamente llevando este arte a su máxima expresión.
Es único como artista de la ilusión con las barajas y es un poeta con las palabras.
Ayer al mediodía, mientras recibía el abrazo y el pedido de autógrafo sobre un artículo periodístico que apareció sobre René Lavand en el Diario La Nación, que le solicitaba el Dr. Alberto Travería, habló con toda amabilidad con La Nueva Radio Suárez y desplegó parte de su sapienza y creatividad a través de las palabras.
“Soy ilusionista, no me gusta ni palabra mago ni la palabra truco, me parecen palabras bastardas” aclaró al principio, agregando que “prefiero desafiar lentidigitando, eso hizo a mi estilo y gracias a eso me siguen convocando en el mundo pese a los 84 años que he cumplido”.
“He vivido estas horas en Coronel Suárez con profunda emoción, me han calado muy hondo y vine a eso, a vivirlas”.
Hace 75 años que René Lavandera llegó a Coronel Suárez y hace 70 años que se fue, luego de haber pasado 5 años en la ciudad en los que alcanzó a compartir horas de escuela y de juego con hombres que hoy peinan canas, como Horacio Giménez y Alberto Travería, quienes ayer lo detectaron en la ciudad y se acercaron a saludarlo.
Ante la consulta de la Radio dijo que “regresé a Coronel Suárez no para encontrar esa mano que aquí perdí, que se que no la voy a encontrar, sino para revivir la adolescencia, que a mi edad es muy importante”.
Así recorrió el lugar del accidente, la Clínica, “en la que me atendieron tan bien”, y agregó que “así reviví todos esos vientos de tragedia que dieron lugar a estas tempestades: cinco continentes caminados”.
Sin duda este hombre de lo que fue una fatalidad terminó haciendo una fortaleza, porque terminó siendo maestro de sí mismo, porque no hay otra persona que maneje cartas con una sola mano, “por eso tuve como autodidacta crear mi propia técnica y al correr de los años logré un estilo, entonces ya no fui ilusionista, fui artista de la baraja. Eso me valió que me sigan convocando”.
Indica que por razones de edad tiene que dosificar los viajes. “He dicho que no a Europa por ahora, pero si me reciclan la rodilla allí me voy de nuevo, porque amo Europa, España sobre todo, y particularmente Andalucía”.
Estuvo por Japón, Australia, Estados Unidos, varios países de Europa donde aplauden su arte. Le acaban de entregar en Italia un importante premio, la Grulla de Oro, que lo han obtenido figuras de la talla de Marcello Mastroianni, Fellini y Gina Lollobrígida; hace 5 meses le entregaron en Hollywood el gran premio de “El castillo mágico”, incorporándose a la galería de famosos y teniendo como admiradores incondicionales, entre otros, al mismísimo David Copperfield.
Es desde el año 1943 hijo adoptivo de la ciudad de Tandil. Allí, en los jardines del Palacio Municipal, hay una estatua de René Lavand inaugurada el 15 de diciembre del año 2012.
Dice que “en esta etapa de la vida debo dedicarme a gozar de otras cosas. He vivido muy lindas emociones, me han arrancado alguna lágrima que me ha molestado un poco para firmar algún autógrafo, que me ha halagado. Así es mi trayectoria por el mundo”.
Y contraviniendo a lo que algunos pueden interpretar como resignación por el paso de los años, dice firmemente que “estoy en la creatividad como nunca he estado. A los 30 años no se puede crear con la facilidad que a los 80, si el ‘coco’ anda bien, porque ahora cuento con la experiencia técnica, profesional, teatral y la de vida. Juntadas todas estas experiencias la facilidad de crear se simplifica. Estoy asombrado de las cosas que se me están ocurriendo, que no se si las llevaré a las tablas”.
Para todos los que lo quieran escuchar este hombre dice, con el ejemplo que él mismo representa, que “en la vida siempre se abre una ventana, que no se sabe quien la abre, pero hay que tratar de abrirla uno mismo, por si no aparece el otro. Dedicándose a una actividad artística, jugando con la creatividad, encontrará la juventud, la mejor droga, la mejor adicción, la más sana, las más bella”.

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