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Los personajes de la ciudad.
Elenita Gebar de Gnocchini.

Más de 50 años vistiendo novias.
Tiene cientos de anécdotas en su haber: la novia que se arrepintió y nunca fue a buscar el vestido que le tenían preparado; la mujer de Carhué que le pidió que la llevara en su auto al altar y que le recomendaba que no pasara por la plaza del pueblo con el auto extrañamente custodiado por la Policía, y era porque tenía amenaza de muerte de su ex novio.

Es una institución dentro de la ciudad. Una referente a la hora de la elección del vestido de novia para lucir en esa fecha especial el atuendo más suntuoso, para verse bien linda. También para vestidos de madrina, 15 años y ocasiones especiales.
Hace casi 58 años que comparte su vida con Marino, quien la ha ayudado en su labor desde su habilidad mecánica (le llegó a hacer una máquina para poder hacer en forma automatizada el rouloté en las prendas más delicadas). Hace 52 años que se dedica a esta confección y 25 años que tiene su negocio sobre la Avenida Sixto Rodríguez.
Aprendió a coser primero con su hermana, durante unos años, y con lo que entonces sabía terminó siendo oficiala en lo de Inés Elizalde, una modista especialista en novias, muy conocida hace un tiempo atrás en Coronel Suárez.
Por supuesto que adquirió mucha experiencia y todo esto lo reforzó con la obtención del título en Diseño, Corte y Confección en una academia de Rosario.
Desde el año 1990 en adelante tuvo mucho trabajo. Llegó a tener hasta 6 novias por fin de semana, no solamente de Coronel Suárez sino en toda la zona.
Tiene cientos de anécdotas en su haber: la novia que se arrepintió y nunca fue a buscar el vestido que le tenían preparado; la mujer de Carhué que le pidió que la llevara en su auto al altar y que le recomendaba que no pasara por la plaza del pueblo con el auto extrañamente custodiado por la Policía, y era porque tenía amenaza de muerte de su ex novio.
Hoy como ayer las novias, por las dudas, se cuidan de llevar algo azul, algo nuevo, algo usado y algo prestado.
Ya los vestidos no son tan suntuosos como antes, son de corte más lánguido. No obstante algunas quinceañeras siguen pidiendo el vestido con miriñaque, por más que para la hora del baile el vestido largo se transforme, sacando la pollera, en uno bien corto.
Tiene muchos años de historia y la misma pasión de siempre a la hora de cortar y confeccionar un vestido.
Siente la misma emoción como si fuera la primera vez, porque sabe que la ocasión será única para quien lo luzca.
Su comercio, como dice el slogan, tiene de todo menos el novio, incluso, y esto es un aviso para las modistas de este tiempo, tiene para la venta extraordinarias piezas de tela, delicadas, únicas, con las que se puede lograr el vestido más soñado.