Servicio Meteorológico Nacional - Coronel Suárez.
   

Como se pide.
Por Eduardo Landera.

En 1975 llegue a esta, mi ciudad natal, con mi especialidad incompleta, dado que el clima político en La Plata era irrespirable.

Me instalé en Pueblo San José y trabajé en ese ámbito por el término de un año. Luego, en 1976, habiendo caído por fin el gobierno de Isabel, regresé a La Plata para completar mi especialidad bajo la dirección de mi inolvidable maestro, el Dr. Heraldo Tavella. Tuve también el honor de trabajar junto al Dr. Raimondi en el viejo Hospital R. Gutiérrez de La Plata.
Luego de ello, trasladado a Suárez por resolución del Ministerio de Salud al Centro Materno Infantil, comencé el ejercicio de mi especialidad en el hospital viejo, en calidad de Ad Honorem. Y así lo hice por el término de 20 años hasta que fui nombrado a cargo de la especialidad Otorrinolaringología en 1997. En ese ínterin varios miles de niños y adultos fueron atendidos y operados gratuitamente en mi consultorio del Hospital.
Mientras, en 1983 comencé a trabajar en la guardia activa de los domingos, cargo que ejercí sin interrupción hasta el año 2003 en que esta misma administración me separa del cargo en forma deshonrosa e injusta por demás, en el marco de esas venganzas políticas y purgas que acostumbra.
En ese tiempo yo había logrado, junto a otros amigos, en una operatoria con el Rotary Club local, sin precedentes, que los depósitos del hospital, totalmente vacíos en medio de la hiperinflación, se llenaran con casi 3 millones de dólares en donaciones de equipos, suministros y medicamentos provenientes de Estados Unidos. Luego ese programa de Direct Relief International se extendería a todo el país, con la colaboración de amigos como Guillermo Marcalain y Eric Singer, en ayudas Materiales a hospitales, que culminarían con un programa Excess Property Program de la AÍD destinado al Hospital Fiorito de Avellaneda que sumó cerca de 10 millones de dólares. Y hubiera continuado si en este tiempo nuestros gobernantes no hubieran decidido alejarse del mundo, cerrando filas con canallas como Castro, Chávez, Morales y toda esa fauna, incluyendo terroristas musulmanes internacionales como los gobernantes de Irán, o sujetos como Alfonsín no hubieran cometido la taradez de decir "algo habrán hecho" cuando el asalto a las Torres.
Finalmente, comencé a solicitar el reconocimiento de todos los años que brindé servicios al Hospital y la comunidad, hace diez años, para poder jubilarme.
Un larguísimo trámite que llegó al Tribunal de Cuentas finalmente obtuvo de éste el asentimiento para reconocer esa antigüedad y una vez que hube certificado lo que me solicitaran el expediente fue arrojado al cajón en que este Intendente ejercita ese tipo de venganzas.
Mi cesantía deshonrosa, cruel e injusta de la guardia, en medio de un sumario que es una verdadera vergüenza que deshonra a los que lo instruyeron, que contó con el repudio del propio Sindicato que lo calificó de "armado", dio lugar a un juicio de mi parte que se halla en su estadío final. Pues bien, hace poco tiempo, al reclamar por última vez por ese reconocimiento alguien, oficiosa y diligentemente, me hace saber que "Ricardo te reconocería tu antigüedad si renuncias al juicio".
Pues bien, decidí alejarme de la función municipal con una antigüedad menor, con menos jubilación pero con dignidad frente al vejamen. No renunciaré a mi juicio y espero que el monto con que la justicia castigará estas atrocidades les sea descontado al Intendente y su asesoría letrada y no termine siendo pagado por el pueblo de Coronel Suárez.
Olvidado, acusado, calumniado por esta Municipalidad a la que, a través del hospital, le brindé más de treinta años de mi vida profesional y la amistad y ayuda de Estados Unidos donde lo hice conocer. Ese es el reconocimiento. Esa es la pésima calidad moral de quien nos gobierna y de su cortejo de adulones. Ese es el fruto de la reelección indefinida en los municipios bonaerenses, la instalación de pequeñas bandas enfermas de privilegios capaces de pasar por encima de cualquier ley, cualquier reparo ético, que terminan convencidos que pueden actuar en la función pública como si se tratara de un negocio privado.
Deseo hacer llegar con estas líneas mi cariño especial a mis amigos, los pacientes del Hospital, a quienes les llegue a operar a sus nietos, al personal de enfermería y administración y los colegas de ayer y de hoy. Un recuerdo también para enfermeras que ya no están que trabajaron conmigo con alegría, con cariño y profunda dedicación.
Continuaré con mi práctica médica en el ámbito privado, tanto en Otorrinolaringología como en Medicina Legal.

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