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Marta Luna.

Lo que enseña, entre otras cosas, el trabajo de Acompañante Terapéutico.
“A escuchar, a guardar silencio y a dar un abrazo o un apretón de manos para acercarse al otro”.

Marta Luna es Acompañante Terapéutica desde hace un tiempo, luego de realizar la capacitación técnica necesaria, y es integrante del Colegio que los nuclea y que certifica su trabajo profesional.
La figura de Acompañante Terapéutico se viene imponiendo cada vez más, reconocida incluso la labor desde las obras sociales frente a problemáticas de salud que implican cuidados y contención continuos para gente de todas las edades, chicos y grandes.
Se trata del acompañamiento frente a dolencias físicas y/o psíquicas y se trabaja con equipos interdisciplinarios, bajo la guía de profesionales de la salud, quienes dan las indicaciones y las pautas a seguir frente a cada tratamiento.
“Aunque nos aconsejan no involucrarnos, nosotros nos hacemos carne de su situación, terminamos estando codo a codo con cada paciente, día a día colaborando con su problemática, poniéndonos al hombro la familia en muchas ocasiones. No podemos olvidar que está el paciente con su patología, su tratamiento a seguir, y también la familia a la que hay que contener, conversar, comunicarse y muchas veces hacer de nexo”.
Consultada en torno a lo aprendido a lo largo de todo este tiempo de desarrollar esta tarea, indica que “hay una cuestión que es elemental, que a todos nos cuesta: escuchar. Porque de otra manera no se puede avanzar con nada y con nadie. Hay que escuchar y actuar en consecuencia. Creo que muchos conflictos se producen por no saber escuchar. Cuesta mucho escucharse y escuchar al otro. Hay también que hacerse cargo de lo que uno manifiesta y hace. También sabemos que un apretón de manos, un abrazo, un beso en la mejilla producen milagros. El contacto cariñoso, como una mano en la espalda, produce una comunicación que muchas veces las palabras no logran”.