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"La echábamos, pero Sonia volvía sola".

Esa será la defensa de la periodista Estefanía Heit y su pareja, el falso pastor Jesús María Olivera, acusados de torturas y violación; también argumentarán que Molina, la víctima, había llegado golpeada a su casa de Coronel Suárez.

La periodista Estefanía Heit y el supuesto pastor evangélico Jesús María Olivera volverán en pocos días a la Fiscalía de Delitos Sexuales de esta ciudad y en fechas distintas para intentar demostrar a la titular de esa unidad, María Marta Corrado, que nunca tuvieron privada de la libertad ni castigaron a Sonia Molina, sino que fue ella quien llegó en ese estado e insistía en vivir con el matrimonio. "Ambos dicen que la echaban y volvía sola", aseguró a este enviado uno de los tres abogados de la defensa de los imputados.
El argumento lo repitieron anteayer los propios imputados, mientras esperaban en la antesala de la fiscalía para afrontar una declaración indagatoria que a último momento fue suspendida por recomendación de sus patrocinantes.
Éstos temían que el relato desprolijo y sin una revisión previa les termine jugando en contra de su situación procesal. De hecho, ingresaron en la sede de la calle Estomba al 400 con cargos de privación ilegítima de la libertad y abusos sexuales, este último sólo cargado a Olivera.
EL LARGO RELATO DE MOLINA
Por la tarde, cuando subieron anteayer al camión celular que los trasladó a sus respectivos calabozos, a Heit le imputaron participación primaria en las violaciones , y a ambos se les agregaron los cargos de estafas reiteradas y tentativa de homicidio.
Apenas los detenidos partieron de la fiscalía, la defensa salió a atacar con mayor firmeza el amplio y detallado relato de Sonia Molina, que durante ocho horas acusó al matrimonio por golpes, quemaduras, otros maltratos y vejaciones. "Con decirlo no alcanza, ahora hay que probarlo", insistió el abogado Claudio Lofvall a este enviado.
La fiscal ha sido más que contundente en cuanto a la credibilidad del testimonio de la víctima. Y dijo que fue sometida durante tres meses a "un gran tormento" con características de "sadismo y deshumanización total. Lo más parecido a una sesión de tortura", describió.
No solamente da crédito al relato, sino que Corrado también asegura tener respaldo con elementos de prueba. Tiene videos, dos por lo menos, rescatados de un teléfono celular de Estefanía Heit, y otros que espera hallar en alguna de las cuatro computadoras que derivó a la Asesoría Pericial Científica de San Martín para su análisis.
Esas dos grabaciones muestran a Molina en una situación de desmejora plena, ya con secuelas de castigos y casi sin posibilidad de hablar. Dos voces, una de hombre y otra de mujer, preguntan cuestiones, tales como "¿de dónde viniste?" o "¿Por qué vendiste tu casa?". No hay respuestas, sino llantos y algún balbuceo. No se descarta que los propios imputados hayan previsto este material para demostrar que había llegado así hasta su vivienda.
También consta que a Sonia Molina la descubrió la policía, hace más de un mes, mientras caminaba sola por una ruta cercana. En aquella oportunidad no pidió ayuda a los efectivos. La defensa intentaría demostrar que la víctima tenía libertades. Pero la fiscal ya advirtió que la joven rionegrina volvía con el matrimonio porque "siempre estuvo amenazada". En particular, destacó las amenazas de muerte que hacían referencia a su hija, de diez años.
TAREA PARA LOS ACUSADOS
Heit en un calabozo de la ciudad de Tornquist y Olivera, ya en la Unidad Penal de Saavedra, tienen en sus manos sendas copias del largo testimonio de Molina. Sus abogados les dieron tarea: leerlo de punta a punta, trabajar sobre cada párrafo, cada detalle y buscar respuestas para cada acusación. Con los argumentos que aporten, se elaborará la estrategia para las declaraciones indagatorias. Serían una, esta semana, y la otra, durante la próxima semana.
El relato de Sonia Molina se extendió durante casi ocho horas y consta de 37 carillas, por lo que se desprende que cada uno de los acusados se tomará un tiempo parecido para responder al extenso interrogatorio de la fiscal.
En medio de esta etapa del proceso, a casi tres semanas de iniciada la causa judicial en esta ciudad, perdura un detalle llamativo. Aún hay dudas sobre la real identidad de Olivera. No ya de su condición de pastor, sustentada apenas con un carnet precario y gastado. Esa identificación es la única documentación que consta en el expediente hasta el momento, ya que alega haber perdido su DNI hace bastante tiempo.
Por eso se espera que se complete el trámite formal para confirmar su verdadera identidad. Hasta los propios abogados defensores le insistieron ayer que era una buena oportunidad para aclarar una posible mentira que saldría a la luz más tarde o más temprano. Es que no suena a casualidad que un hombre de semejante fervor religioso cargue de nacimiento con dos nombres bíblicos: Jesús María.
Fuente: La Nación.