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Elizabeth Zardón y la alegría de su medalla de plata en natación.

La historia de una mujer enteramente feliz.
“Hago lo que hace cualquier madre”.

Se la puede ver recorriendo la ciudad llevando en la silla de ruedas a su hijo adulto, que es discapacitado, de un lado para otro.
Lo hace sin peso, con alegría, feliz. Busca muchas actividades para su hijo y realiza ella misma todas las que puede hacer de a dos, las que puede compartir con su hijo y en aquellos lugares donde se siente que ambos son aceptados con naturalidad y predisposición.
Es un ejemplo de vida piensan muchos, mientras que la misma Elizabeth, o Betty, como le dicen los conocidos, señala que “hago lo que hace cualquier madre”.
Hace dos años, por empuje de los suyos, sumó a todas sus actividades, como por ejemplo la colonia de vacaciones de los adultos mayores, el coro y otras más, la de natación.
Para cuando llegó a las clases con el Profesor Pablo Ordóñez no sabía mucho sobre nadar, mucho menos de estilos.
Compitió en la final en los torneos de Mar del Plata y cuando salió del agua le comentó a su entrenador, que estaba al pie de la pileta, que había hecho un tiempo mayor que el que hacía en los entrenamientos: “no importa” se dijo y le comentaron que ya era muy bueno haber llegado a la final.
Cuando Pablo Ordóñez vio los tiempos que el jurado había marcado se dio cuenta que Betty había obtenido medalla de plata.
No dijo nada, esperó que el locutor de la ceremonia anunciara las ubicaciones de cada competidor. Betty Zardón escuchaba, no fue nombrada en el 6to, tampoco en el 5to, tampoco en el 4to… se dio vuelta hacia Pablo Ordóñez, azorada, y le dijo “entonces tengo medalla”. Pasó el nombramiento de la medalla de bronce y tampoco estaba…
No lo podía creer cuando se cumplió el anuncio confirmando que para Coronel Suárez quedaba la medalla de plata.
La emoción cundió hacia toda la delegación suarense, que a esa hora la estaba acompañando, porque Betty es una persona muy querida.
Así terminó la historia, con mucha alegría, lágrimas en los ojos, abrazos y la medalla de plata colgada en el pecho de esta mujer espacialísima, que aunque no lo quiera es ejemplo de buena madre y de buen vivir para todos los que la quieran ver.