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Las vivencias de un viaje solidario al Impenetrable Chaqueño.
“El impacto de la llegada a un lugar desconocido, en la espesura de la selva chaqueña, fue muy fuerte”.

Estuvo hace unos días atrás cumpliendo, junto a otras cinco personas, un viaje solidario en el Chaco, en la zona de “El Impenetrable”.
Desde hace cuatro años que Marta Barrionuevo es voluntaria para la Asociación Guías de Argentina para programas como el que se realiza en el norte del país, donde una vez por año diferentes grupos llegan con donativos que van recogiendo en sus comunidades y con el objetivo también de dejar alguna obra, alguna mejora para las comunidades que allí viven.
“Agradezco a la gente que me ayudó, tengo muchos clientes en mi negocio que me acompañaron en este campaña; tengo también negocios amigos que me donaron un montón de cosas, como por caso pudimos llevar más de 400 pares de zapatillas nuevos, lo que fue un regalo muy especial para las personas que las recibieron, porque generalmente lo que reciben es calzado usado. Llevamos también medicamentos, alimentos y muchos otros elementos que nos donaros. Llevamos prestado hasta un equipo generador, lo que nos permitió poder instalar una espacio con juegos para los niños, como hamacas y toboganes”.
Explica que “fuimos a Misión Nueva Pompeya, en el Chaco. Llegamos primero hasta Castelli y desde allí hicimos 160 kms. por tierra. En la misión nos dieron lugar los Hermanos Maristas para descargar un camión con acoplado completo de mercadería, que era el producto de todas las donaciones. Allí alquilamos otro camión para internarnos hasta Bajo Hondo, una escuelita que está a 40 kms., bien adentro de la selva, donde está el maestro Luís, que de lunes a viernes está en la escuela donde un grupo de alrededor de 30 chicos, de edades que van desde el jardín hasta adolescentes, llegan cada mañana antes de las 7 para desayunar y se van luego de almorzar, siendo estas las dos únicas comidas que reciben en el día. Caminan, los que menos, 7 kms. cada día para llegar a la escuela. Ellos nunca habían disfrutado de una plaza, un tobogán, por lo que cuando nosotros lo armamos no sabían ni siquiera como se jugaba”.
“Esta escuela está conformada por hijos de criollos y wichis. La gente allí es muy educada, pero también muy tímidos, retraídos; están evidentemente marginados, necesitados de muchas cosas que aquí nosotros tenemos como natural, como el agua limpia para tomar, por ejemplo”.
La delegación que viajó hasta este lugar estaba compuesta por seis personas: Marta, la coordinadora de Bahía Blanca, su esposo y su hijo, Selva de Mar del Plata y un papá de unas guías de Bahía Blanca.
El impacto de la llegada a un lugar desconocido, en la espesura de la selva chaqueña, fue muy fuerte. Conocer las comunidades wichis que recorrieron mostró una cara no muy conocida de nuestro país; y reforzó la convicción de seguir trabajando en este proyecto solidario.
A pocos días del regreso, Marta muestra las fotos a través de las redes sociales o personalmente en el comercio que tiene en la calle Brandsen y ya está haciendo compaña para el 2013, pensando en lo que es importante llevar y en lo que es mejor construir como mejora importante para las comunidades que visiten el próximo año.