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El Cura Párroco Diego Kessler y algunos puntos para reflexionar acerca de la reforma de Código Civil.

“Como cristianos y seguidores de Jesús debemos aceptar no solo una doctrina, sino una forma de vida nueva, que brotan del encuentro con Él”.

Es un hecho que la reforma legislativa en curso afecta nuestra cultura y nuestra vida cotidiana; proyecta cambios que nos tocan de cerca ya que se deben tener en cuenta la riqueza de nuestras tradiciones jurídicas y constitucionales, como los principios y valores que hacen a nuestra vida e identidad. Es muy importante que se reconozca el comienzo de la vida humana desde la concepción y su necesaria protección jurídica y de un modo particular que se valore la familia como el eje fundamental de toda sociedad.
Como cristianos y seguidores de Jesús debemos aceptar no solo una doctrina, sino una forma de vida nueva, que brotan del encuentro con Él. La vida cristiana nos interpela en un nivel profundo de nuestra existencia; pero también va más allá de nosotros y cuestiona también nuestra cultura.
En la visión actual pareciera que de tanto subrayar lo subjetivo, y las opciones individuales, se deja de lado la preocupación por el bien común, para dar paso a la realización inmediata de las aspiraciones de cada uno, planteadas como si todos fueran derechos; y muchas veces creando otros nuevos, muchas veces arbitrarios.
Se ve la afirmación exasperada de derechos individuales y subjetivos sin preocupación por criterios éticos fundados; llegando a distorsionar una visión integral, armónica, donde se proteja, por ejemplo, a los que son más vulnerables; y en muchos casos lo que llama muchísimo la atención es que se acepta que se legisle dejando de mirar la realidad natural, aceptando lo que es naturalmente imposible, abandonado la herencia recibida y la experiencia consolidada.
Hoy como protagonistas de esta historia que nos toca vivir, estamos provocados a que la reforma del Código Civil nos compromete y a la vez, no podemos, permanecer indiferentes ni ser simples espectadores de decisiones que nos involucran y que requieren de una madura reflexión y de una amplia participación federal.
La reforma legislativa en curso afecta nuestra cultura y nuestra vida cotidiana; proyecta cambios que nos tocan de cerca, es por ello que se deben tener en cuenta la riqueza de nuestras tradiciones jurídicas y constitucionales, como los principios y valores que hacen a nuestra vida e identidad.
Es necesario que se reconozca el comienzo de la vida humana desde la concepción y su necesaria protección jurídica y por ello también a valorar la familia fundada sobre el matrimonio, como relación estable del varón y la mujer y ámbito primero en la educación de los niños. La familia es una realidad con profundas raíces en el pueblo argentino y a lo largo de todo el país, es un bien que es garantía para la sociedad.
El régimen de la paternidad, la maternidad y la filiación, así como otras instituciones proyectadas, generan incertidumbre en torno a la protección de los derechos de los niños. Una sociedad que no privilegie los derechos e intereses de los niños por sobre los de los adultos, se empobrece socialmente.
Cabe recordar y reforzar aquí que “no todo lo que es técnicamente posible y deseado en el manejo de la vida es necesariamente ético y respeta su dignidad. Así, existen serias objeciones éticas y jurídicas en torno a la fecundación artificial que deberían conducir a una reflexión más atenta y no sólo permisiva”.
Deseando que esto sea un hecho mas que nos despierte a vivir de acuerdo a la vocación y la dignidad que hemos recibido como un Don de Dios, les pido que oremos y pongamos manos a la obra en aquellos medios razonables que están a nuestro alcance, encomendando de una manera particular a todos lo que van a tratar este tema, que el mismo sea tratado con la suma de las virtudes humanas, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza que al ponerlas por obra seguramente harán resaltar en nosotros y los demás la dignidad de la persona humana.
“Pidamos a Nuestra Madre, Nuestra Señora del Carmen, que podamos continuar profundizando estos temas y que Dios ilumine a los responsables de estos cambios, que miran al bien de todos”.
Padre Diego Kessler. Párroco.

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