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“Es como un túnel que atravesamos y que nos va desgarrando a medida que lo transitamos; duele hasta físicamente”.

Andrea Tarnousky pertenece al Servicio de Salud Mental del Hospital Municipal y en esta ocasión habló con La Nueva Radio Suárez sobre los duelos. “Un tema del que no se habla mucho, pero del que se consulta ante situaciones de pérdida”.
La profesional comienza diciendo que “hay muchas formas de duelo por las que atravesamos en la vida; también tienen que ver los duelos por las pérdidas de personas en nuestro entorno, que siendo más o menos significativas en nuestra vida nos tocan muy de cerca”.
Agrega que “son temas complicados de abordar, que nos cuesta enfrentar, donde muchas veces se termina en la consulta ante el profesional porque hay situaciones de angustia o de dolor que no se pueden superar. Hay que tomar en cuenta que toda etapa de duelo atraviesa por cuatro momentos, que no tienen una división clara, tampoco que suceden en el orden que aquí las vamos a mencionar y que tienen diferente durabilidad, según las personas, los casos, las circunstancias. Esas etapas son: el shock, la rabia, la pena y la reconciliación”.
“Llamaríamos un duelo patológico cuando la persona se queda en alguna de las etapas, no logró cerrar el proceso y requiere la intervención de un profesional. La etapa del shock sería la inmediata a una pérdida, donde hay una negación, donde cuesta reconocer la pérdida de la persona querida, cuando pensamos que al abrir una puerta la vamos a encontrar o nos imaginamos que se fue de viaje y en algún momento va a volver. La etapa de rabia es cuando buscamos culpables de lo que ha sucedido, en nosotros, los otros, aún incluso culpando a la persona que se murió; se siente bronca hasta con la vida y se multiplican las preguntas del por qué me pasó a mí, por qué a nosotros, etc.”.
“Otra etapa es la de la pena, donde quizás es cuando más se consulta, porque se hace insoportable muchas veces. El duelo es como un túnel que atravesamos y que nos va desgarrando a medida que lo transitamos. Duele mucho, hasta físicamente. Aquí, en esta etapa, la persona se encuentra cara a cara con su dolor. Y muchas veces puede suceder que le tenga miedo al llanto, a no poder parar; también a veces el entorno no le permite llorar, descargarse. Hay que tomar en cuenta que las lágrimas hacen bien, lo que nos enferma es guardarnos ese dolor. El llanto nos permite aliviarnos y sacar el dolor.
La etapa de la reconciliación es cuando se acepta la pérdida, menguan los momentos de llanto, disminuye la pena y nos quedamos con los mejores recuerdos, es posible recordarlo desde un lugar más sano y menos doloroso. Es importante poder hablar siempre, también con los chicos. A los niños hay que darles la información justa, no disfrazada, cuando tienen una pérdida cercana. Se la tiene que decir una persona de su entorno inmediato, con quien él tenga confianza, afecto. Y evitar usos de frases como “está durmiendo un sueño largo” o “se fue de viaje”, porque después no va a querer él dormirse o irse de viaje o que tampoco lo hagan sus seres queridos, porque lo va a asimilar a un no retorno”.