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La Nueva Radio Suárez entrevistó al Ingeniero Juan Alberto Zilio, uno de los nietos de don Juan Zilio, el propietario del taller de herrería que abrió sus puertas en el año 1910 y que se convirtió, por la impronta y la genialidad incansable de su dueño, en una de las primeras industrias de Coronel Suárez, dedicada a la fabricación de maquinarias agrícolas.

Recuerda que “la parte de herrería industrial la abrió mi abuelo en el año 1910, en el mismo local donde siempre funcionó, nada más que tenía ingreso a los talleres por la calle Belgrano. Trabajó primero en la herrería de Salvi; para 1942, año del fallecimiento de su creador, la firma era una empresa netamente industrial. Según me contaba mi padre, mi abuelo no tenía más que instrucción primaria, pero tenía una habilidad especial para la industria. Creó maquinaria agrícola, para terraplenar caminos, las que ahora se conocen como maquinas viales, las primeras que hubo por entonces. Lo hacía todo con un ingenio realmente notable”, recuerda Zilio.
Luego agrega que “hay inclusive una marca registrada a nombre de él, Terraplen se llamaba, que de alguna manera respaldaba todas esas invenciones que efectuaba. A su muerte la empresa estaba básicamente dedicada a la herrería de obra. Hay muchas cortinas metálicas en la ciudad, en el centro de Coronel Suárez, que todavía llevan la plaqueta “Fabricó Juan Zilio”. Tenía por entonces 40 operarios. Luego la empresa tuvo algunos cambios, se fue dejando la parte industrial y tomó más importancia la parte comercial de la maquinaria agrícola y el service post venta. Con estas características continuó como una compañía de responsabilidad limitada, en la cual trabajaban muchas personas creadoras luego de sus propias empresas, como don Antonio Schweitzer, don Juan Bossi, la familia De Souza. En el año 1978 se constituyó una sociedad anónima integrada por nuestra familia más directa”, explicó el Ingeniero Zilio.
Recuerda que don Juan Bossi, un apreciado vecino de la ciudad, estuvo más de 60 años con la firma, desde los años 30 hasta el 90, 92, es decir que toda su actividad laboral la desarrolló en Casa Zilio. Lo mismo le sucedió a mucha otra gente, por ejemplo a nuestro querido amigo Enrique “Tarasca” Zaballa, también Valerio Herr, entre otros.
“En el año 1994, por imperio de la situación del campo y las políticas aplicadas en el país, debió cerrar definitivamente sus puertas, entonces teníamos alrededor de 15 empleados y era insostenible de mantener frente a la situación económica reinante”.
Los recuerdos para una empresa emblemática de Coronel Suárez, Casa Zilio, una de las primeras industrias que tuvo el sello de su creador.