Imprimir Página | Volver a página de inicio

Sino serán adultos caprichosos, infelices, con poca tolerancia a la frustración.

La Nueva Radio Suárez habló con la Psicóloga Andrea Tarnousky, integrante del Servicio de Salud Mental del Hospital Municipal, para consultarla sobre la importancia de que los padres pongan límites a sus hijos.
Dijo, entre otras cosas, que “el principio de la salud mental comienza con los límites: imaginemos un vaso de agua que se vuelca sobre una mesa, si no tiene nada que lo contiene se desparrama sin control ensuciando todo, se pierde, no puede ser utilizado cuando se lo necesite. Si ponemos ese vaso de agua en otro recipiente, la podemos volver a utilizar cuando sea necesario. Así son los límites para personas que están en un proceso de formación: son el continente, lo que contiene, preserva, cuida, educa, orienta, enseña. Los límites que les estamos dando hoy permitirán a nuestros hijos que mañana puedan manejarse más seguros, con mayor autonomía, con independencia dentro de la sociedad”.
“Esta es una de las grandes problemáticas que tenemos en la sociedad de hoy, donde los padres no saben o no pueden poner límites, no se ubican en un lugar de autoridad y esto provoca en el chico una desorganización y una desorientación que atentan con su vida actual y su futuro, porque mañana el riesgo será mayor, si tomamos en cuenta el mundo en el que vivimos”.
Consultada la profesional en torno a los temores que circundan a los padres para que hayan dejado de poner límites, explicó que “ha habido muchos cambios en la sociedad y tenemos toda una historia en relación al autoritarismo. Hemos confundido autoridad con autoritarismo, no es la misma cosa. Sin autoridad no hay organización. Es la presencia que marca el camino. Hemos perdido como padres el rumbo para conducir a nuestros hijos. Antes no se cuestionaban tanto si esto o aquello iba a estar mal, lo que decía el especialista, el experto sobre determinada cuestión; utilizaban más el sentido común, que es lo que hemos dejado de aplicar como padres. También esta situación va de la mano con la exaltación de la juventud y el rechazo a la vejez, que hace que nos alejemos de nuestros abuelos y nuestros propios padres y que busquemos nosotros no envejecer y buscar ser nosotros mismos como eternos jóvenes y adolescentes”.
Agregó que “entre otras cosas es importante también recuperar los rituales. El otro día, llevando adelante un taller con adultos, los invitamos a cerrar los ojos y a traer al presente algún recuerdo de su infancia. Todas las experiencias estaban directamente conectadas con la emoción, con las vivencias de comer los domingos en la casa de los abuelos, de ir de visita a los parientes, de vacaciones pasadas en familia, donde no importaba el tener sino el estar juntos. Por eso me parece que sería muy bueno que le demos a nuestros hijos la posibilidad de tener este tipo de vivencias que parece hemos dejado de lado. Nos preocupamos por llevar a nuestros hijos en un buen auto, a un buen lugar, con la mejor ropa, sin tomar en cuenta que lo importante es el momento compartido juntos, eso es lo que después quedará como recuerdo y que le permitirán estructurar su psiquis y conformar su personalidad”.
“Debemos los padres dejar de ser eternos quejosos por lo que no conseguimos, rezongar por lo que no tenemos y empezar a disfrutar más de lo que somos, con lo que sí contamos (como la familia por ejemplo). Porque es muy importante para su propia vida que nuestro hijo pueda vernos felices, para ser feliz él ahora y luego cuando tenga que tomar decisiones y hacerse responsables de las consecuencias, buenas y malas, que esas decisiones le acarreen”.