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Maria Rosa Domínguez de Hippedinger cuenta la experiencia de ser mama de un joven con diabetes.
“Hay que hacerse amigo de la enfermedad”
“Nos interesa trabajar en la educación y difusión de la enfermedad”.

No se definen como un grupo de autoayuda, porque explican, “al mencionar autoayuda da idea que hay una sola persona, y nosotros somos muchos: familiares de personas diabéticas, profesionales que nos asesoran, los jóvenes, niños, adolescentes que tienen esta enfermedad y que han tenido que aprender a vivir con ella”, explica María Rosa Domínguez de Hippedinger después de una reunión abierta a toda la comunidad que se llevo a cabo el sábado pasado en la Asociación Empleados de Comercio.
Ex suarense, María Rosa regresó con gusto a la ciudad este fin de semana pasado, para brindar una charla convocados por familiares y enfermos de diabetes con el objetivo de transmitirles su experiencia, incentivar la posibilidad de formación de un club similar en nuestra ciudad, y sobre todo para insistir en la importancia de seguir haciendo educación.
“Un querido médico, ya fallecido hace muchos años, que tenía diabetes desde la infancia, el Dr. Elliot Joslin decía que “la educación ya no forma parte del tratamiento sino que ES EL MISMO TRATAMIENTO”, y lo decía con la convicción de su propia experiencia y la seguridad que hay que educar no solamente a las familias y al paciente, sino que hay que educar a maestros, profesores, bomberos voluntarios, a veces también es necesario hacerlo con los enfermeros y algunos médicos; en fin hay que educar a toda la sociedad sobre esta enfermedad que es crónica, que no es contagiosa, que no transforma en “pobrecitos” a quienes la padecen, ni les coarta sus posibilidades de pleno desarrollo en la vida. Una persona diabética, es una persona que incorpora a su diario vivir el aparatito para medir la insulina, que lo tiene que tener continuamente consigo, y la insulina, que sería como tener un páncreas externo, porque el suyo ya no le funciona”.
María Rosa cuenta su experiencia como mamá, cuando su hijo de 12 años perdía peso en forma llamativa, temiendo lo peor, concurrieron al médico de cabecera, quien le diagnosticó una gripe. Transcurridos los días, y continuando los síntomas, le hacen un estudio, y el médico aconsejo tomar contacto con un diabetólogo, que les da turno para cuatro días posteriores.
La llegada de una amiga, médica también, salvó al adolescente de caer en un como diabético, uno de las cosas temidas en esta enfermedad.
“Aprendimos mucho desde entonces, después del shock inicial, cuando parece que el mundo se viene abajo, nos dimos cuenta que hay que hacerse amigo de la enfermedad, aceptarla, integrarla a la vida, y esta es la forma de desarrollar una vida absolutamente normal. Han transcurridos muchos años de ese principio, luego que nos recuperamos, decidimos conformar este grupo para ayudar a otros padres, para asesorarlos, evitarles los inconvenientes que habíamos tenido al principio y para brindarles toda la ayuda que pudiéramos. Así se formó CIVES, También nos interesa trabajar mucho en la educación y difusión hacia la comunidad en todos los temas relacionados con la diabetes en niños y jóvenes” comento durante el encuentro del Club de Diabetes Infanto Juvenil.