Servicio Meteorológico Nacional - Coronel Suárez.
   
Como se pide.

Me duele lo del compañero Hugo Moyano.
Por Julio Zaballa.

No creo que sus convicciones sean las de un gorila oligarca. Lo conozco desde hace muchos años y aún recuerdo cuando combatía a capa y espada el modelo menemista, en momentos que otros sindicatos optaban por ser complacientes al neoliberalismo de los noventa, la cual significó el más monstruoso ejemplo de entrega por un gobierno que dijo ser peronista. Aclaro que voté a Menem la primer ves y por lo tanto soy responsable (en el grado pertinente) de esa traición.
En principio no estoy de acuerdo con sostener el actual esquema de impuestos sobre los ingresos de los trabajadores y jubilados (lo que antes era la 4ta. categoría), entiendo que debe ser progresivo.
Me parece bien que los sindicatos reclamen sobre esto y sobre no poner topes a las paritarias.
Lo que me duele es la lectura política que el compañero Hugo deja traslucir a partir de sus declaraciones y actos (prestarse a reportajes de los que hace un rato nomas, lo denostaban, tal lo hicieron con muchos opositores que hoy son masacrados por el multimedio).
El uso de medidas de fuerza es parte de la vida de lucha de cualquier sindicato, y también de las centrales que aglutinan a los trabajadores. Pero me parece fundamental el que exista conocimiento acabado de la magnitud de la fuerza que cada gremio es capaz de generar.
No es lo mismo que pare el sindicato de músicos, o de perfumistas (con todo el respeto que todos los gremios me merecen), o de la UOM, UOCRA o de la UTA, ATILRA, Alimentación, Comercio y, finalmente, Camioneros...
Estos sindicatos (no son los únicos) pueden generar un rápido caos social si llegan a realizar medidas de fuerza que impliquen un paro total de sus actividades. De hecho en Luz y Fuerza nunca apelamos al corte de la energía, sino a paros con guardias activas.
Estos sindicatos tienen a su alcance un poder que los coloca en situación diferente en cuanto al cómo deben poner especial cuidado al usar su fuerza para presionar. Ya que si la medida de fuerza trasciende la relación trabajador-empleador, entra directamente al mundo de la disputa política sobre todas las cuestiones que integran el abanico político (Ojo, creo que toda actividad del Hombre tiene un contexto y repercusión política).
Creo que está bien disputar lo político desde una estructura orgánica, que por cierto, si sólo responde a un sindicato, hay serios riesgos de que se convierta en una propuesta sectaria (si hablamos de movimientos populares). Y en todo caso, el hecho de enfrentar marcadamente la conducción política de otro espacio partidario o movimientista, está legitimada por el hecho de que el fin es pública y notoriamente transparente.
Cuando la disputa se hace desde estos parámetros nadie se confunde y no se generan vacíos que aparezcan como una incógnita respecto a quienes serán los que los llenen (los espacios). Es decir, que si alguien quiere desplazar por mecanismos constitucionales a los gobernantes, puede -y tiene derecho a intentar- hacerlo desde un lugar que sea claramente identificado.
En el caso del Hugo Moyano, que preside un sindicato muy poderoso (porque él supo llevarlo a ese lugar, y los compañeros afiliados lo bancan a rajatabla y en nuestra zona que hasta ayer trabajaban en negro o como monotributista, hoy tienen condiciones de trabajo dignas gracias a él), las medidas gremiales son de tal magnitud que no quedan circunscriptas a la lucha sindical, sino que, inevitablemente, modifican la realidad de la coyuntura y posiblemente el futuro del país ( caso Chile). Esto es, tienen características que involucran a todos los planos de la sociedad, convirtiéndolas en medidas macro políticas.
Ahora bien, el tema es que el compañero Hugo Moyano no formó un partido o movimiento político que intente disputar (abiertamente) los lugares institucionales que la república reserva para los gobernantes. Así las cosas, las consecuencias políticas de sus actos no son capitalizadas por él, sino por la oposición política al gobierno, los intereses económicos dominantes y también por el propio gobierno.
En este punto, me pregunto si para Hugo Moyano es lo mismo estar más cerca de un lado que del otro, porque su gremio no es un espacio, forma parte de un proyecto nacional del que puede tener su visión, pero nunca ponerse en la vereda de enfrente.
Finalmente, y con todas las aclaraciones y consideraciones que quepan en el análisis de esta cuestión, también me pregunto ¿cuál es la frontera entre lo individual y lo colectivo?, particularmente cuando se trata de colectivos tan enormes como el de los trabajadores y el del campo popular (que además se superponen en proporciones también enormes).
Si esa frontera no está clara ¡cuidado!, entonces, con confundir los límites a los cuales se quiere llegar en nombre del colectivo que se representa.
En la medida en que esta cuestión se lleve a grados mayores de enfrentamiento, más que nunca debe evaluarse a cada paso la relación "costo de oportunidad" dirían los economistas. Defender un derecho no puede ir en detrimento de otros recuperados, y que se sostienen desde una realidad política concreta; esto puede llevar a debilitar los mecanismos construidos para avanzar sobre la oligarquía -que siempre intenta arrebatarnos las conquistas populares-. Pero además, los buitres nunca dejan de revolotear. Cada herido en una lucha, sea interna o externa, no diferencia el tipo de cadáver que la rapiña quiere engullir.
La simplificación suele tapar la verdad. Y si la verdad no puede ser alcanzada, aparecerán los canticos del neoliberalismo entonando loas al respeto a las libertades, entre las cuales (las que más les interesan) está la libertad de pulverizar a los trabajadores y por ende al movimiento obrero organizado
Todo tiene su ciclo. Todo empieza y termina. Como mortales sólo podemos aspirar a la trascendencia de nuestras obras. Humildemente entiendo que correrse de un lugar de lucha, no significa abdicar de los ideales de esa lucha. Abrir la mesa de negociaciones a nuevos actores, es sinónimo de grandeza.
Quedo a la espera de la luz que nuestros militantes saben arrojar sobre los demás en los momentos claves.
Julio Zaballa
DNI 5492952.

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