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La importancia de un diagnóstico temprano del Autismo o del Trastorno Generalizado del Desarrollo.
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Hace seis años que Inés Bonaterre ejerce su profesión de Terapista Ocupacional y en todo este tiempo, que no es mucho pero suficiente, ha descubierto que esta profesión “me ha dejado mucho placer, muchas satisfacciones. No podría hacer otra cosa que esta actividad”.
La oportunidad fue la adecuada para consultarla en torna al Autismo, en virtud que el lunes último fue el Día Internacional del Autismo.
“Se trata de una patología que afecta la comunicación, la interacción social con las personas, la parte emocional y el establecimiento de vínculos. Lo que pedimos siempre es el diagnóstico precoz, entre los dos y los tres años, para poder empezar antes con el tratamiento” consideró la profesional.
Luego explicó que “pero al ser una patología no muy difundida los pediatras y los papás muchas veces obtienen el diagnóstico a los cinco o seis años, perdiendo un tiempo valioso que después puede recuperarse en el consultorio. Esta enfermedad da muestras en forma inmediata, pero hay que saber verlas: muchas veces aparecen los padres preocupados porque no ven el desarrollo del lenguaje en sus hijos, siendo este uno de los primeros síntomas. Lo consultan con el pediatra o entre otros papás y entonces empiezan con la Fonoaudióloga u otros profesionales y demoran en llegar al diagnóstico de Autismo o Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD)”.
Finalmente, Inés Bonaterre dijo que “hay que tomar en cuenta que los signos más característicos son la falta del habla y del contacto visual, el no poder comunicarse con el otro. No es que a ellos no les interesa, sino que no saben cómo hacerlo y eso es lo que enseñamos los profesionales en tratamientos interdisciplinarios. Es el adulto quien tiene que aprender a decodificar el lenguaje que pueden encontrar, como el habla, la comunicación gestual, con un sistema de tarjetas, a través de la comunicación visual y otros caminos que se van encontrando en la consulta para lograr la conexión”.