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Profesora Graciela Saint Julien, en el acto de despedida a cuatro grandes docentes del establecimiento que se jubilaron.
Compartieron la ceremonia otros símbolos de la educación suarense, representados en Celica Salamero, Liliana López, Graciela Tamalet de Fuhr y Norma Montes.
“Un motor para seguir apostando a la educación y a la formación docente”.
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El lunes, en la despedida de Cristina Otamendi, Susana Schnegelberger, Patricia Arce y Norma Felipovich, se revivieron momentos muy especiales y entre el calificado auditorio se encontraban otras grandes docentes que ya disfrutan de su merecida jubilación y que reafirmaron la trascendencia de esta emotiva ceremonia que se compartió en la Unidad Académica Dr. Julio Cesar Lovecchio.
Fue muy claro y preciso el mensaje que dejó la Profesora Graciela Saint Julien, quien lleva varios años en la docencia y en el ambito del Instituto Nº 160, por lo cual nadie mejor que ella para señalar el significado de las trayectorias de las cuatros educadoras.
“Los seres humanos tenemos esta capacidad de pensar y expresar con palabras lo que sentimos, pero en todo momento las emociones nos atraviesan haciendo que nuestro mensaje revele el significado que cada situación encierra para nosotros, por eso este momento en mi vida personal cobra un valor inmenso, porque me lleva a reconocer la importancia que encierra en mi carrera la calidad de las relaciones que uno va entretejiendo en el día a día de la escuela” expresó la Profesora Saint Julien.
Mas adelante, y con un tono claro y bien marcado, señaló que “el destino quiso que nuestras trayectorias de nuestra vida laboral un día se encontraran en esta Unidad Académica, ustedes señoras habían formado parte del querido y recordado Colegio Nacional y me hice con ustedes; aprendí esta profunda tarea de educar compartiendo tareas, ideas, diseñamos y ejecutamos proyectos, trabajamos en la gestión educativa, planificando acciones con la mirada siempre en la formación docente y en garantizar la calidad en la educación que aquí se brinda”.
“Fue precisamente este lugar y una tarea común lo que hizo que nosotras, con trayectorias formativas, historias de vida y experiencias diversas, nos encontráramos, nos involucráramos en torno a la formación y organizar esta tarea de educar para garantizarla”.
Cerró diciendo luego que “planes, proyectos, libros, horarios, contralor, clases, recreos, pruebas, exámenes, capacitación y tantas otras particularidades de la practica docente pasarán al recuerdo, pero de algo estoy convencida, que no podrán desligarse del oficio que signó sus vidas: seguirán siendo educadores donde vayan. Esta tarea profunda de educar no se borrará en ustedes y las marcas de lo construido en tan noble trayectoria será para esta escuela y cada uno de nosotros un legado, un motor para seguir apostando a la educación y la formación docente”.