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Julio Zaballa, con un amplio sentido democrático.
Convencido que la forma de defender el estado de derecho es a través de instituciones fuertes y bien organizadas.
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Predisponerse a conversar con Julio Zaballa es permitirse un viaje permanente entre el presente y el pasado, de la mano de un hombre que tiene mucho camino recorrido.
Una característica que siempre ha distinguido a Julio Zaballa ha sido la convicción en sus ideales, que van de la mano de la justicia social que propone el Partido Justicialista.
También sabe, lo ha vivido y está convencido que la mejor defensa para los trabajadores y sus derechos es la organización gremial activa y viva.
Como ha pregonado vive. Y ahora, cuando está jubilado de la actividad oficial (dejó hace unos pocos años de ser Delegado de Trabajo), no deja de estar atento a todo lo que pasa en la ciudad, de dar a conocer su opinión a través de notas y escritos que revelan su firme pensamiento y su mirada crítica a todo lo que se desvíe del camino democrático o que implique un avasallamiento a los derechos de los trabajadores.
Cuando sobrevino el Golpe Militar del 76 era un activo dirigente del gremio de Luz y Fuerza, junto con Rubén Luongo, e impulsor desde la CGT de entonces de la Farmacia Social, que luego fue intervenida por el Gobierno Militar.
En el año 1977, luego de haber producido hostigamientos constantes a quien se atreviera a andar cerca de él, mostrarse en una reunión o simplemente en una charla en la vereda del gremio, terminó preso en la Comisaría local por un lapso de 10 días.
Por entonces continuaron las acciones de tipo psicológica para hacer desistir de su elección partidaria y de su acción gremial a Zaballa y Luongo, que, como muchos otros, estaban convencidos de lo que hacían.
Hace unos años, un superior del Ejército bajo cuyas órdenes había estado en el servicio militar, le mostró lo que era su expediente secreto en las Fuerzas Armadas.
Quiso abrirlo, pero quien por entonces era Jefe del Batallón de Pigué le explicó que debía pedir autorización para entregárselo a sus superiores.
Ese permiso nunca llegó, en plena democracia y cuando el mismo ex Presidente Néstor Kirchner había autorizado la apertura de todos los archivos y la entrega de los expedientes a quienes habían sido perseguidos por la Dictadura Cívico Militar, pero nunca pudo estar en sus manos.
Seguramente allí estaban los nombres de los suarenses que lo habían denunciado. Un día, después de mucho insistir, en realidad hace poco tiempo atrás, le llegó la comunicación desde el Ejército que su expediente se había extraviado.
Según el análisis de Julio Zaballa eso demuestra “que hay quienes siguen operando desde las sombras; quienes en su momento simpatizaron y colaboraron con los militares, que en plena democracia continúan con su acción reñida con lo que debe ser un país libre y republicano” expresó Zaballa.
Lo que este hombre tiene para decir a las nuevas generaciones es que no olviden, que tengan memoria, que se informen, que sean críticos, que se organicen, que participen, porque es la manera en la que NUNCA MAS volverá a producirse una etapa negra para el país.