Servicio Meteorológico Nacional - Coronel Suárez.
   
Como se pide.
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Otra más de “los niños bien” de nuestra sociedad.
Por Enrique Cortalezzi.
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Parecería ser que en estos tiempos todo está permitido para los jóvenes de nuestra sociedad.
Fiestas descontroladas son el puntapié para disturbios, excesos y desmanes que se producen cada vez con mayor frecuencia en las noches de nuestra ciudad.
No somos ajenos a esta problemática, porque en la madrugada del lunes 20 de febrero nos vimos afectados por un grupo de jóvenes que mantenían una desaforada reunión en la casa contigua a nuestro domicilio—ubicado en Rivadavia 367--, en la que no faltaban los gritos, la bebida y la música a niveles comparables a un local bailable.
Siendo la 01.30 horas y viendo que los ruidos molestos no cesaban, hicimos la correspondiente notificación al departamento policial para solicitar atenuar los decibeles. Al parecer, éstos jóvenes hicieron caso omiso a la visita policial porque ya habían llegado las 04.30 horas de la madrugada y la situación seguía siendo la misma.
Entonces nos vimos obligados a reiterar nuestro pedido a la Policía y fue cuando nos informaron, que al momento ya se habían hecho presente en el domicilio por cuarta vez, también por otras denuncias de otros vecinos.
En ese momento, comenzaron a caer sobre el techo de nuestra propiedad elementos contundentes como piedras o baldosas.
Dos patrulleros se hicieron presentes en el domicilio en cuestión, ubicado en la intersección de las calles Rivadavia y Las Heras, y fue en ese instante en que el hijo del dueño de casa salió a increparnos alegando que le habíamos cortado el suministro eléctrico y habíamos arrojado objetos sobre su jardín. Hechos que por supuesto, estaban fuera de la verdad.
Nosotros sólo queríamos descansar sin tener la obligación de “participar de su fiesta”.
Considero que todos tenemos derecho al esparcimiento, pero también tenemos derecho al descanso; porque mi libertad termina donde comienza la libertad del otro.
En la mañana de domingo, el propio dueño de casa del domicilio en donde se había producido dicha fiesta, una persona adulta y con estudios universitarios a quien yo consideraba un hombre intelectualmente instruido, arrojó una piedra contra una ventana de mi propiedad, produciendo la rotura del vidrio. Hecho por el cual me vi obligado a hacer la denuncia pertinente por daños a la propiedad privada.
¿Será que todo está permitido? ¿Será cierto que, como algunos dicen, nada puede hacerse frente a hechos desmedidos de cierto grupo de integrantes de nuestra sociedad?
Sigo creyendo en los buenos modales, el respeto mutuo, los valores éticos y las buenas costumbres.
Repudio la violencia en todos los sentidos y ansío que éste tipo de hechos dejen de producirse y “degenerarse”, que dejemos de ser víctimas de una juventud desaforada que cree que todo lo puede, sin importar cómo, dónde y cuándo.
Enrique I. Cortalezzi. L.E. 5.477.843.

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