Ayer, 9 de julio, a las 9:00, las 10:00, las 11:00 de la mañana, nada parecía moverse.
El sol, que iluminaba fuerte para contrarrestar el frío, en una mañana despejada, propia del invierno en nuestra zona, jugaba con los edificios produciendo sombras.
La ciudad estaba para mirarla y disfrutarla en solitario, por parte de lo más avezados, menos miedosos y más aventureros.
Algunos comercios, abrieron sus puertas alrededor de las 9:00 horas, pero recién cuando avanzó la mañana apareció la gente para hacer las compras.
La Bandera Argentina flameó en el mástil de las Avenidas Sixto Rodríguez y Alsina, pero en muchas viviendas particulares, la celeste y blanca no apareció.
Es que el 9 de julio quedó diluido en la inactividad que la epidemia produjo.