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Tiene la mirada celeste de la raza alemana, y el pelo blanco que le dejaron los años. La memoria que olvida algunas cosas, otras la conserva intacta: “llegué a tener hasta tres novias por fin de semana para vestir, y todas venían aquí a mi casa para prepararse. Yo les hablaba, les contaba cosas para tranquilizarlas, y me aseguraba que todas se fueran contentas. Ese era siempre mi deseo, que las novias no llegaran furiosas a la iglesia porque no les gustaba el vestido. Quería que todas estuvieran contentas, que se sintieran felices y las más lindas, porque el vestido les quedaba bien”.
Sina es toda una institución en Pueblo San José, y cosió tanto y tantos vestidos que dejó su sello no solo en este pueblo alemán, sino también en Coronel Suárez, las otras dos colonias, y también en poblaciones de alrededor a nuestro Distrito. Es una agradable mujer que en cada puntada, en cada giro de pedal de su máquina, multiplicó la ilusión blanca de decenas de novias que querían lucir las más lindas en el día de su casamiento.