Por esto mismo debe ser que su mirada no guarda muchas preocupaciones, que se la ve despejada y con la energía a pleno.
De sus padres tomó el amor por las plantas y las flores, y de tanto ir a la casa de su hermana en Buenos Aires, quienes vivían al lado de unos japoneses que tenían vivero, gestó la idea de tomar esto como actividad y como medio de vida.
En su casa de Pueblo San José, a media mañana, buena parte de sus plantas están tapadas, resguardándolas de la helada y las bajas temperaturas. Solo cuando el astro rey pega más a pleno, a mediodía, es cuando las destapa para que les de calor.
Hace 40 años que esta mujer comenzó con el vivero y fue cuando su hermana, proveniente de Buenos Aires de paseo, apareció con su vehículo lleno de plantas para vender.
Su figura menuda, pero con agilidad, se mezcla con el verde y el colorido de las flores, y es en ese lugar donde esta mujer de más de 80 años se encuentra en su elemento.
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