En su reciente muestra en el Espacio de Arte de la AMIA, LA MEMORIA DE LA ALDEA, Elio Kapszuk lo presenta de la siguiente manera:
Huellas, señales, marcas e indicios. Como miguitas de pan en el camino y la precisión de un GPS, las obras de Daniel Fitte nos guían directamente a su aldea, un territorio marcado por canteras, en la cual realiza su operación “enroque”. Este procedimiento ideológico consiste en cambiar de lugar las cosas asignándoles un nuevo valor. De esta manera, por ejemplo, el artista, crea una “memorabilia del trabajo”, solicitando a distintas personas que le entreguen sus ropas o herramientas autografiadas. El las sacraliza ubicándolas en cajas de vidrio, vitrinas o pedestales, mostrándonos su admiración por ellos, y poniendo en duda la lógica actual del reconocimiento.