En realidad, todos los días son especiales, donde hay una maestra con guardapolvo a cuadritos dispuesta a enseñar a través del juego y las canciones.
Pero además, ayer hubo tortas, compañía de los padres, momentos compartidos entre dos establecimientos, disfraces, bailes, canciones.
Y todo por amor a los niños con el convencimiento de que a la edad de la inocencia hay que sembrarla de cosas positivas, sabiendo que los pequeños aprenden todo lo que ven, y solo necesitan a cambio una mano tendida, un beso de bienvenida, una despedida cálida, un abrazo, una maestra cariñosa que seque las lágrimas, que enseñe a compartir con los otros, a jugar sin pelear.
Y las seños disfrutaron de la jornada especial, revalorizando que la de la niñez es la etapa más linda, y reafirmando la elección que hicieron de ser MAESTRAS JARDINERAS.
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