Esta mujer, de más 60 años y una energía envidiable, ha sido también a quien muchas veces se ha recurrido para “ayudar a vestir a una persona que había fallecido”, y quien dice presente cuando hay una madre enferma en el hospital y hay que hacerse cargo de atender a los hijos. “muchas veces tuve en mi casa chicos hasta que sus madres se curaron. Es que cuando alguien pasa por alguna dificultad hay que ayudarlo para que salga adelante”.
En los ratos libres, esta mujer teje al crochet y también arregla ropa que llega donada a Caritas, y con tanta predisposición permanente para ayudar a los otros, se asombra cuando no consigue colaboradores: “me parece que hoy en día no hay mucha gente que quiera trabajar gratis”.
Cuqui Salas dice de Santa Trinidad, que “de acá no me voy ni muerta. Alguna vez mi hija quiso convencerme de que fuera a vivir en Coronel Suárez cerca de su casa, pero aquí en Santa Trinidad está el lugar en el que me siento más feliz y más cómoda y aquí quiero estar para siempre”.

 

 

 

 

 

 

 

 

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