Junto a la autopsia que el Doctor Francisco Cortalezzi practicó en la morgue del Hospital Municipal más los testimonios de familiares y allegados que en todos los casos coinciden con la reiteración de hechos de violencia por parte de Peña hacia su mujer y el resto de los componentes de la familia se sumó el palo de grandes dimensiones de madera sólida que se utiliza para actividades deportivas y la plancha de hierro antigua que de lleno impactó en la cara de la mujer.
Las vecinas conmovidas por la situación que se generaba en el barrio fueron coincidentes al señalar ante la consulta del periodismo que siempre se reiteraban los hechos de violencia, las discusiones y presumían que al terminarse el lapso de tiempo que permaneció la custodia policial, el hombre volvería para agredir y ya ante un estado casi de descontrol generalizado.
Los vecinos eran concientes de la situación que se vivía, tenían el mejor concepto de la mujer, pero reconocen que el sufrimiento se extendía a todo el núcleo familiar inevitablemente, inclusive con situaciones límites.
Silenciosamente el vecindario fue testigo del momento en que los investigadores retiran los elementos de prueba y luego los Bomberos el cuerpo sin vida de una mujer de 36 años que la mayor parte de su vida transcurrió entre la desvalorización personal, la agresión y la inseguridad familiar con un final trágico.