Lo hace como colaboración, pero también como madre, cuidando que todo esté en orden y no haya cuestiones para reclamar.
Desde los 6 años vivió en Pueblo San José, luego que su familia se trasladara desde Cascada.
Concurrió a la Escuela Parroquial, donde “las hermanas eran muy exigentes, y no nos permitían salirnos del camino que nos trazaban”.
“Aprendíamos no solamente sobre cultura general y religión, sino también las hermanas nos enseñaban corte y confección, que las mujeres aprendíamos, no como una salida laboral, sino para defendernos después en la vida y poder hacerle ropa a nuestras familias”.
Hablando de las actividades de la Iglesia, esta mujer, profundamente religiosa, mira con nostalgia el presente actual “no nos hemos dado cuenta, pero con el transcurso de muchos años, cada vez más las familias se han ido alejando de la religión. Lo que pasa que durante mucho tiempo fuimos muchos y no nos dimos cuenta de que la gente iba dejando la concurrencia diaria o semanal. Y no se trata de estos últimos años, fue un proceso lento y de mucho tiempo a esta parte. Ojalá esto lo puedan revertir nuestros hijos o nietos”.