Las hizo cuando ya estaba bien entrado en años, pero conservaba la energía y la creatividad de siempre. La misma que lo llevó a pintar mulares no solamente en varios lugares de la Argentina, sino también Chile.
Y buena parte de su obra estaba destinada a plasmar interpretaciones de carácter religioso. Por eso cuando lo convocaron a pintar imágenes que se iban a poner en el frente, lo hizo gustoso, sabiendo que estaba dejando en su pueblo una obra que lo iba a trascender.
Salvador Schneider fue un magnífico artista, y una excelente persona. A los docentes de escuela, vecinos en general, a todo pueblo Santa María, le corresponde la tarea de hacerlo conocer a las nuevas generaciones, para que no se pierda en el olvido, y se desvalorice la obra que ha dejado.
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