Con 76 años y la energía sin disminuir, venía de ocuparse de la huerta, ya había lavado su ropa, limpiado la casa y había planchado. La aguardaba después la tarea de bajar ciruelas de la planta para hacer dulce, y por la tarde más tarea en la amplia casa.
Aprendió a cocinar al lado de su madre, como aprendían todas las niñas en aquellos años. Y después afirmó lo aprendido en una práctica diaria de preparar el almuerzo y la cena para los niños que estaban como pupilos en el colegio de las hermanas. En aquellos años, había que cocinar para 60 u 80 personas cada día, y esta fue una labor que desarrolló por 12 años.
Sabe los secretos para hacer un buen fülsen: “no hay secretos, en realidad. Hay que dejar orear el pan tres días por lo menos, cortarlo en pedazos pequeños y ponerlo en una batea. Agregarle las pasas y la manzana cortada. Aparte hay que batir huevos, con leche, crema, azúcar y licor de banana. Ponerlo sobre el pan y mezclarlo, cuidando que el pan se embeba un poco, pero no tanto. Después ponerlo en la asadera, y verterle por arriba claras batidas, azúcar y yemas de huevo también batidas”.
Cristina Lauman cuenta que llegó a cocinar esta característica comida alemana, que se usa para acompañar carnes, para 3.000 personas y que es común que le pidan esta exquisitez, para acontecimientos sociales y familiares. Sin duda de estas manos sale el más rico fülsen de los Pueblos Alemanes.