Tenían fundamentados temores de que esto implicara una expropiación de un lugar que gestaron sus antecesores; al que soñaron e hicieron ladrillo por ladrillo.
Los habitantes de esta segunda localidad alemana no querían perder la propiedad, y la custodia de un lugar que sin estar declarado es reconocido como un monumento.
Es que las características de su construcción, con 2 torres que se levantan hacia el cielo, un amplio espacio interior, con columnas pintadas tal como si fueran de mármol, los vitrales traídos desde Europa, y muchos otros detalles lo constituyen en un lugar único y especial para admirar y asombrarse de lo que el hombre es capaz de hacer por su Dios.
Y si se toma en cuenta que esta obra magnífica se hizo en tiempos difíciles, por familias que trabajaban de sol a sol para ganar el pan para sus hijos, entonces la Iglesia de Pueblo San José cobra una relevancia todavía mayor.
La Parroquia San José Obrero de Pueblo San José fue, y será propiedad de los vecinos de este pueblo alemán, y tiene las puertas abiertas para que la visiten todos quienes quieran ver su arquitectura y encontrarse con Dios en la oración.