Es que el mes de febrero suele ser caótico para muchas familias cuyos hijos no alcanzaron a rendir o a compensar materias en diciembre, y por ende, este mes, los espera el desafío, la responsabilidad y el peso de rendir las materias que faltan para seguir cursando sus estudios.
“Los últimas estadísticas dan cuenta que el 80 % de los estudiantes secundarias se ha llevado una o más materias a examen. Esta es una realidad ineludible a la que hay que hacer frente, en una sociedad donde el estudio está desvalorizado”, dijo la licenciada Garralda ante la entrevista de La Nueva Radio.
Agregó que “hay que tomar en cuenta también, que el llevarse una materia a examen, y particularmente a febrero, es una mochila que a los chicos les pesa, aunque no parezca y muchas veces nuestros hijos se muestran apáticos, desinteresados, donde parece que todo les resbala, y nada les llega mientras los padres aparecen más preocupados que los chicos. Pero aunque no se vea, esta frustración les duele, les pesa y les condiciona el receso escolar, y esto también es una sintomatología más de la juventud actual”.
“Hay que tomar en cuenta que a la hora de estudiar, no basta con una leída rápida de la materia, por más que –como dicen los chicos- la saben desde diciembre.
El estudio es un proceso complejo que exige horas frente a los libros, algunos más otros menos, leyendo concentrados, para lograr una comprensión de los que pasa frente a sus hijos. Pero además, aquí no termina todo porque es necesario fijar lo que se ha aprendido, a través de la repetición comprensiva, haciendo resúmenes posteriores, cuadros, o con otro sistema que permita retener lo que se ha leído”
“Y no sirve estar leyendo hasta último momento. Los pedagogos aconsejan que el último día, antes del examen se dejen los libros, y la mente se distraiga, para estar más distendidos. Porque estar estudiando hasta el momento de ingresar a rendir, genera más ansiedad y disminuye las posibilidades de resultados positivos. Y muy importante, los chicos tienen que descansar, teniendo por lo menos ocho horas de sueño antes de sentarse a estudiar, por lo que las mejores horas son por la mañana, cuando la casa está con menos movimiento y los chicos más descansados”.