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Son quienes abren la puerta al mundo de los libros.
Ayer fue el Día de la Bibliotecaria.
No solo se repitieron los saludos sino también el reconocimiento a su labor.
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Ayer fue el Día de la Bibliotecaria y la oportunidad fue propicia para recorrer algunos establecimientos educativos y hablar con quienes cada día permiten la magia de un cuento, un relato, hacen volar la imaginación a través de una historia contenida en las páginas de un libro.
María Élida Cejas hace dos años nada más que es bibliotecaria pero en realidad siente que para esta tarea se preparó desde su actividad previa, como maestra jardinera.
“Al pasar los años me di cuenta que tenía que seguir estudiando y me decidí por la carrera de bibliotecología, para descubrir que me gusta mucho. El acercamiento que el bibliotecario tiene la oportunidad de desarrollar con los alumnos es totalmente diferente a estar en el aula. Si bien yo tengo que dar clase todos los días hay un nuevo desafío. Podemos preparar una propuesta que pensamos interesante y para los nenes no resulta, pero si no acerté con el interés mañana tengo la oportunidad de otra diferente. Esto es lo apasionante de la tarea, la posibilidad de rever el accionar, cambiar, motivar desde distintos ángulos, asegurar la posibilidad de vuelo creativo, totalmente distinto. Además siempre le pongo a la actividad mi impronta jardinera que a los chicos les gusta mucho”.
La tarea que desarrollan las bibliotecarias en la ciudad y el Distrito es para destacar. Están prestas a responder al requerimiento del docente que está frente al aula, trabajando codo a codo con él en la búsqueda de alternativas que incluyan el ejercicio de la lectura, para aprender algo o por placer. Eso les permite un ejercicio de tarea permanente, creativa, y los alumnos saben que al traspasar la puerta de la biblioteca se encuentran con un mundo especial.