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Familia de la radio.
Por Ana Lucía Zaballa.
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Los llamo así, porque así los llamaba él, mi papá… “familia”, pero la que él eligió, con quienes compartía su segundo hogar… “La Radio”…
El motivo de mi carta es para agradecerles cada momento compartido junto a él, desde los tiempos cargados de historias y anécdotas… de festejos y homenajes, hasta los momentos en los que la salud declinaba un poco…
En cada situación estuvieron presente, y no solo en lo que respecta a la profesión, sino que en cada etapa de su vida.
Si hay algo que me da mucha paz, a pesar de este momento tan difícil, es que él dedicó toda su vida a aquello que lo hacía feliz y lo llenaba de miles de sonrisas….
La música le llenaba el alma, la familia, los amigos que tenía por todos lados, el recorrer las calles de la ciudad y detenerse a hablar con aquel que lo frenaba para saludarlo…., su programa de los domingos, el cuál preparaba con tanto entusiasmo semana a semana… y como escuché decir durante ésta semana, los domingos seguirán siendo de papá… Eso no lo dudo, estará al lado de mamá dándole esa fuerza que lo caracterizaba, programando la música para seguir cada domingo… Seguirá en cada pasillo de la radio con su parte optimista y silbando algún tanguito. Cada calle de la ciudad seguirá siendo recorrida por él y su fiel compañera, la bicicleta. Cada vez que escuchemos un tango, vendrá a nuestra memoria la historia de su intérprete, narrada por él.
Si bien ya no lo tenemos físicamente, nos dejó su gran humildad, su optimismo, su amor por todas las personas, desde el más humilde hasta el más encumbrado. Sus palabras de aliento que siempre tenía cuando alguien tenía un problema, sus inquebrantables valores, principios, y por sobre todas las cosas, su fuerza que mantuvo hasta último momento.
En cuanto a mí, su hija, me dejó además de todo lo anterior, el orgullo de haber tenido semejante padre. Él me dio miles de consejos sobre la vida, pero por sobre todas las cosas, me enseñó que, hay que ser buena gente, rodearse de amigos y de las cosas que nos hacen feliz.
Siempre voy a estar agradecida a la vida por darme ese padre que hasta sus 82 años luchó y nunca bajó los brazos.
Cada parte de su persona queda dentro mío y va a recorrer conmigo el camino que me queda por delante.
En mis 21 años, nunca me faltó su sonrisa… y así quiero recordarlo, así debemos recordarlo, porque su luz nunca se apagará, mientras existan personas que lo amen y recuerden eternamente, como lo que fue… un hombre de radio, buen amigo, esposo, padre… sencillamente Enrique Tarasca Zaballa…
Un gran abrazo…
Ana Lucía Zaballa.