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Reflotó el horror del 27 de agosto de 2000.

Los padres de María Victoria Chiaradía y el médico forense Jorge Pedrueza, relataron detalles de los momentos previos y posteriores a la trágica muerte de los chicos. Sólo se interrogó a tres testigos.

El salvajismo puesto de manifiesto en el delito cometido aquella madrugada del 27 de agosto de 2000, así como la incertidumbre previa a su descubrimiento y el estupor que motivó su desenlace volvieron a brotar ayer, con crudeza, en la sala del quinto piso del Palacio de Justicia.
La primera jornada del juicio oral y público por los crímenes de María Victoria Chiaradía y Héctor Horacio Iglesia Braun, deparó los emotivos testimonios de los padres de la joven y el detallado aporte técnico del médico Jorge Raúl Pedrueza, entonces integrante del Cuerpo Médico Regional de la Policía Científica.
De todas maneras, la expectativa generada en los instantes previos al juicio oral contra Gustavo Enrique Aguilar (44), Héctor Hugo Fernández (44) y Gustavo Javier Ravainera (40) --que se podía advertir en los pasillos de tribunales--, no se tradujo en los hechos, aunque se especula que, con el correr de los 19 días hábiles de audiencias previstas, el caso gane en interés, al enfocarse el eje de la discusión.
La ronda testimonial recién se abrió pasadas las 13.30, porque durante la mañana, los jueces Raúl Guillermo López Camelo, Alejandro Salvador Cantaro y Gabriel Luis Rojas escucharon, analizaron y resolvieron distintos planteos de las partes, integradas por los fiscales Eduardo d'Empaire y Claudia Lorenzo y los abogados Héctor Bertoncello (representante de las familias de las víctimas), Juan José Martínez (defensor de Ravainera), Sebastián Martínez (Aguilar) y Luis María De Mira (Fernández).
Los tres detenidos están acusados de haber interceptado en nuestra ciudad a la pareja de novios, para sustraerle el automóvil Chevrolet Corsa que ocupaban, aunque luego los jóvenes fueron mantenidos en cautiverio y asesinados en un monte ubicado a la vera de un camino vecinal de Coronel Suárez.
El coche apareció, días después, en cercanías de General La Madrid y a la pista de los presuntos homicidas se llegó en 2007, luego de la condena, por la instigación al robo del vehículo, de Martín Goyeneche, Juan Antonio Corona y Raúl Martín, y una serie de pruebas testimoniales y periciales que se fue acumulando.
En este contexto, se aguarda la declaración de al menos ocho testigos de identidad reservada (en esa condición estuvieron durante el proceso, aunque en el juicio tendrán que dar a conocer su filiación), quienes serían claves para resolver la causa.

Desde el sentimiento
De acuerdo con el orden cronológico, se escucharon ayer los testimonios de Roberto Mario Chiaradía y Mirta Ofelia Peralta, los padres de María Victoria, quienes relataron los pormenores de la última salida de su hija con Horacio.
Pese a que se trató de declaraciones breves (el hombre estuvo frente al tribunal entre las 13.40 y las 13.54 y la mujer lo hizo desde las 13.56 hasta las 14.09), no carecieron de emotividad.
Ambos confirmaron que la noche del 26 de agosto de 2000, cenaron con su hija en la casa de Bravard al 600 y que Horacio pasó a buscar a su novia después de la medianoche, con la supuesta intención de ir al cine.
Detallaron la vestimenta de la joven y los efectos que portaba.
"Pobrecita, tenía cinco pesos nada más en la cartera", manifestó Mirta, cuando se quebró, para señalar que "lo único que me devolvieron es este anillito que lo tengo acá (en una de sus manos) desde hace nueve años".
Luego se recompuso y expresó que aproximadamente a las 5.25 recibió una llamada de su hija --supo más adelante que era desde Tornquist-- que le indicaba que habían tenido un desperfecto con el auto en la calle Sarmiento y que iba a llegar más tarde.
"Fue la última vez que hablé con mi hija. Luego me comuniqué con Héctor (padre de Horacio) y después empezaron las dudas", continuó.
Consideró Mirta que "por voluntad propia no se hubieran ido; es impresionante el monte a donde los llevaron, es espantoso. Solamente necesito que se haga justicia, por mi hija y Horacio".
"De ahí, señores jueces, nunca más vi a mi hija; hace nueve años que la estoy llorando y no me voy a consolar nunca, porque era mi única hija, el eje de nuestras vidas", enfatizó, en otro tramo muy sentido de su relato.
Su marido aseguró que María Victoria no tenía amigos en Tornquist, General La Madrid y tampoco en Coronel Suárez, y que nunca antes había sido objeto de alguna amenaza.
A preguntas del doctor Sebastián Martínez, Chiaradía expresó que durante la última llamada, la voz de su hija "era normal, pero no paró de hablar hasta que terminó", reiterándole a la madre "no te preocupes".
Mirta, finalmente, hizo referencia a que en septiembre de 2007, cuando se habían presentado en la fiscalía, en oportunidad de la declaración indagatoria de Ravainera, un sujeto (después trascendió que sería un ex policía de Patagones) les habían sacado fotos a ella y a Silvia Braun.

Murieron durante la misma madrugada
Aunque virtualmente confirmado en el juicio anterior, el dato saliente de la declaración, de una hora y 15 minutos de extensión, del doctor Jorge Pedrueza, fue que la secuencia del robo, el secuestro y los asesinatos, fue progresiva y consecutiva.
"Ambos fueron asesinados en el mismo día en que fueron privados de su libertad", expresó el facultativo, sin dejar lugar a dudas.
Dijo que no se trató de "una situación reciente" (los cuerpos fueron encontrados el 4 de septiembre de 2000), aunque advirtió, de la inspección in situ, que las ropas estaban "íntegras y sin señas de uso" y que "las características de los cuerpos no daban para una permanencia en cautiverio".
El chico estaba "perfectamente rasurado" y no se advertían "olores".
Su conclusión fue que los disparos se habían producido con una antelación de cinco o siete días o más y que se hicieron "para asegurar el resultado".
"Me llamó la atención que se buscó producir la muerte en las personas, porque los cuatro disparos fueron efectuados a nivel del cráneo", manifestó Pedrueza.
Reconoció que en el monte donde fueron hallados, reinaba un "clima especialmente frío", al que denominó "efecto heladera".
"El medio ambiente, tan marcadamente frío, estando semitapados (los jóvenes) por pasto y ropaje, ha actuado como elemento de conservación para inhibir la putrefacción", declaró.
Explicó que esas particularidades, además, evitaron el ataque a los cadáveres por parte de alimañas.
Observó que en el lugar no había signos de arrastre y "se había trabajado con una pala".
Aseveró que las muertes "no fueron instantáneas", pero sí "inmediatas", con una sobrevida que sería de 20 minutos o una o dos horas, dato que podía corroborarse con el llenado completo de las vejigas, "que indican la no eliminación del líquido".
El forense también confirmó la existencia de líquido seminal en la víctima femenina, aunque no observó lesiones genitales y también se mostró sorprendido por la presencia de chicles en las bocas de ambos.
Preguntado por qué le asombraba ese dato, respondió que "se buscaba a dos personas privadas de libertad y, que tuvieran goma de mascar en la boca... En mis años de experiencia no he tenido oportunidad de ver algo así".
Finalmente, a preguntas de los defensores, dijo que los cuerpos sin vida podían o no presentar huellas de haber estado atados, porque todo depende del material a utilizar para la sujeción.

"Cuidadoso plan criminal trazado"
Como punto inicial del juicio, el fiscal Eduardo d'Empaire, al adelantar los lineamientos de la acusación, aseguró que "hay pruebas suficientes para acreditar los hechos y la responsabilidad de los imputados".
Dijo que se trató de un "cuidadoso plan criminal trazado", que se inició con el robo del Chevrolet Corsa que ocupaban las víctimas, la privación ilegítima de la libertad de ambas y los homicidios.
Aclaró que probará en el debate todas las circunstancias del hecho y la relación entre los imputados, quienes "desarrollaban actividades ilícitas", en particular con automotores.
Entendió que el encuadramiento legal debe ser de robo doblemente calificado, doble homicidio calificado y privación ilegal de la libertad calificada, difiriendo para la oportunidad del alegato el pedido de pena para los procesados.
También aseguró que probará al menos tres maniobras fraudulentas que habría realizado Ravainera, por medio de la adquisición, con documentación falsa, de una chequera bancaria que le permitió comprar un camión, una camioneta Fiat Fiorino y una moto Honda, en octubre de 1999, así como el delito de tenencia ilegítima de un revólver calibre 38, por parte de Gustavo Aguilar.
El doctor Héctor Bertoncello "adhirió" al planteo de la acusación en relación con el expediente principal y también postergó la solicitud de agravantes y sanciones para la etapa final del debate.

Las defensas reclamarán que los detenidos sean absueltos

* Por Gustavo Ravainera: El abogado Juan José Martínez aseguró que "la intención del fiscal" se encuentra "huérfana de contenido y sustento probatorio". Afirmó que "no hay elemento probatorio alguno" y tampoco "ninguna imputación clara y concreta" que determine la intervención de su asistido en el proceso.
Consideró "impropio" el reconocimiento fotográfico que lo involucra, ya que la defensa "no ha tenido participación" y replanteó la nulidad de esa diligencia. Sobre las estafas reiteradas, manifestó que la acción penal está prescripta por el transcurso del tiempo.
* Por Gustavo Aguilar: Adelantó el doctor Sebastián Baltazar Martínez que pedirá la absolución de su asistido en las dos causas.
"Entiendo que no se encuentra acreditada ni la materialidad ilícita ni la responsabilidad penal de mi defendido", dijo. Respecto del expediente principal, aclaró que el fiscal habla de "arma o armas de fuego", con lo cual no existe acreditación del hecho y tampoco están claras las circunstancias de tiempo, situación que "va en detrimento" de sus intereses.
Sostuvo que parte de la prueba tiene relación con el pasado de Aguilar, aunque esa cuestión no está siendo evaluada. Sobre los testigos de identidad reservada, manifestó que "no son directos del hecho" y que el cuadro del fiscal se basa en "una presunción".
En cuanto a la tenencia del arma, aseguró que tampoco "hay elementos de prueba".
* Por Héctor Fernández: El abogado Luis María De Mira reiteró su pedido de incorporar dos testigos considerados "importantes" para su parte y también reclamó una pericia médica con el fin de determinar que "Fernández, en su vida, jamás consumió drogas". De todas maneras, el tribunal rechazó posteriormente esos planteos.
Expresó De Mira que "el estado de inocencia de mi defendido es absoluto y no ha sido perturbado ni lo será por las probanzas que el ministerio público dice aportar". "No existe prueba alguna directa y concreta que, de alguna manera, pueda vincular a Fernández con un delito de esta gravedad", y coincidió con sus colegas en cuanto a que las defensas "nunca tuvieron oportunidad de acceder" a los testigos encubiertos. Por último, adelantó que peticionará la libre absolución del acusado.

Planteos y oposiciones
Luego de la lectura de las piezas procesales reunidas en la voluminosa causa, la defensa de Aguilar se opuso a la incorporación, por parte del fiscal, de seis causas completas como prueba, sin precisión de las piezas que interesan, al afirmar que "va en desmedro de la oralidad y del derecho a la defensa", porque no se podrían objetar dichos elementos desde que la defensa no tuvo el control de los mismos.
También reclamó que se diera a conocer la filiación de los testigos de identidad reservada, para el correcto ejercicio del derecho a la defensa.
D'Empaire, en principio, aclaró que no se oponía a la producción de los dos testigos solicitados por De Mira (los identificó como Roth y Goroso), pero rechazó, por su indeterminación, el pedido de pericia relacionada con el eventual consumo de drogas de Fernández.
Sobre los planteos de Sebastián Martínez, dijo que la cuestión de incorporación de las causas "ya fue resuelta por el tribunal" y que el pedido es extemporáneo, mientras que, en cuanto a los testigos encubiertos, señaló que dejó constancias de sus datos en la secretaría del tribunal.
Bertoncello discrepó con el fiscal sobre los testigos ofrecidos por De Mira, al opinar que, de esa manera, "estaríamos abriendo una etapa de ofrecimiento de prueba" y luego sí coincidió con D'Empaire en lo restante y explicó que la rinoscopía solicitada a Fernández no tiene sentido, debido a que el procesado está detenido desde hace dos años y se supone que en ese tiempo no consumió estupefacientes.
Luego de un cuarto intermedio de más de una hora, sobre las 13.30, el juez Raúl Guillermo López Camelo pidió disculpas por la demora y respondió a cada una de los casos en discusión.
Desestimó los pedidos de De Mira respecto de los testigos (en este caso por solicitud extemporánea) y de la rinoscopía, informó que los datos de los testigos de identidad reservada están a disposición de las defensas y dio vista a esas partes, durante tres días, para analizar parte de la prueba incorporada por el fiscal.
Fuente: www.lanueva.com

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