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La historia completa sobre el doble crimen de María Victoria Chiaradía y Horacio Iglesia.

El sábado 26 de agosto de 2000, el cielo de Bahía Blanca estuvo todo el día nublado y poco minutos después de las diez de la noche comenzó a llover. Pasadas las 23, Héctor Horacio Iglesia Braun, de 19 años, empleado de uno de los hoteles más importantes de la ciudad y fanático del Surf, llegó al cumpleaños de su amiga Valeria Vitale y se quedó alrededor de una hora. Pasada la medianoche se despidió de sus amigos diciendo “me tengo que ir, tengo que pasar a buscar a Vicky, vamos a ir al cine”.

Horacio se refería a su novia desde hacía más de 3 años, María Victoria Chiaradía, de la misma edad que él y estudiante del Profesorado de Inglés. Horacio Iglesia paso a buscarla a bordo del auto Chevrolet Corsa gris, propiedad de su padre, el Comisario Inspector Héctor Iglesia, por entonces Jefe de la Departamental Trenque Lauquen.
A las 0:45 María Victoria subió al auto que conducía su novio y partieron con rumbo a uno de los cines del Shopping de la avenida Sarmiento. Así comenzaba esta historia de enigmas y horror.
Al cine nunca llegaron, así lo demuestran las cámaras de video del centro comercial. Exactamente a las 5:26 de la mañana, María Victoria llamó desde un teléfono público de la localidad de Tornquist y le dijo a su madre Mirta Peralta, “tuvimos problemas con el auto, vamos a tardar un poco más, avisale a la mamá de Horacio” y reitero dos veces “no se preocupen”.
El mismo domingo muy temprano el comisario Iglesia radicaba una denuncia en la comisaría segunda por averiguación de paradero y así comenzaba la búsqueda desesperada de familiares y amigos de la joven pareja.
Recién el martes 29, a dos días de la desaparición de los chicos, a 240 kilómetros de Bahía Blanca, fue encontrado el Chevrolet Corsa. El vehículo había sido abandonado sobre un camino de tierra situado a seis kilómetros de General Lamadrid; tenía sus chapas patente arrancadas y guardadas en el baúl, las puertas estaban sin trabas y faltaban la llave de arranque, el cricket y la rueda de auxilio. En el habitáculo no había signos de violencia, y quienes lo llevaron hasta ese lugar se preocuparon por borrar todas las huellas.
Pero el paradero de la pareja siguió siendo un misterio hasta el mediodía del lunes 4 de septiembre. En ese momento fueron hallados los cuerpos sin vida de Horacio y María Victoria en un monte de cipreses perteneciente al campo “Sauce Corto” ubicado sobre el camino vecinal “La Laura” y a 2,5 kilómetros de la Ruta 76. Los cuerpos estaban tirados espalda contra espalda, semienterrados y con dos disparos calibre 22 en la nuca cada uno.
Al lugar del horror, al poco tiempo, llegaron los familiares para confirmar la peor noticia de sus vidas. Luego, en horas de la noche, se hizo presente el fiscal Eduardo d´Empaire y su colega Claudia Lorenzo. Comenzaba la difícil tarea de encontrar a los culpables.

La investigación
En los primeros días de investigación, el fiscal d`Empaire le tomo declaración a un par de personas, entre ellas a un playero de la estación de servicio EG3 ubicada en la salida de la ciudad. El hombre dijo haber visto a tres hombres y a Horacio Iglesia en el asiento trasero del Corsa gris. Se presume que María Victoria estaba en el baúl. El estacionero fue una de las personas que colaboró para la confección del identikit. Luego el fiscal d´Empaire ordenó custodiar al hombre que concurría a trabajar con un chaleco antibalas.
También, entre las primeras declaraciones tomadas por la fiscalía interviniente, dos testigos de identidad reservada dijeron haber visto un Corsa gris con cuatro o cinco ocupantes a las 5.10 en Tornquist, en el teléfono público desde el cual llamó María Victoria a su madre.
Luego se conoció el relato de José Ramón Sotelo, un pescador oriundo de Olavaria, que afirmó haber visto a las 6:10 de la mañana del domingo 27, el Corsa gris en una estación de la rotonda San Eloy, a 150 kilómetros de Bahía Blanca y a 24 de la salida del camino de tierra donde se encontraron los cuerpos. El auto ya estaba sin las patentes y con tres ocupantes masculinos en su interior.
En tanto, el 7 de noviembre de 2000, o sea 64 días después del hallazgo de los cuerpos de los chicos, en allanamientos simultáneos, fueron detenidos -en Coronel Suárez, 9 de Julio y Gregorio de La Ferrere- Martín Oscar Goyeneche, Juan Antonio Corona y Rubén Oscar Martín respectivamente, acusados de instigar el robo del automóvil de las victimas.
Según la investigación de la fiscalía, la suerte de los jóvenes habría quedado sellada meses antes, durante un acuerdo entre Goyeneche y Corona para obtener un Chevrolet Corsa Gris.
Goyeneche admitió haberse mandado “una macana” al pedir un auto para hacer un mellizo y Corona ratificó haber participado de una cadena delictiva pero aseguró que se trataba de un vehículo blanco y no gris como el de la pareja.
Mientras se esperaba el juicio contra los detenidos, el día 15 de abril de 2001 apareció el teléfono celular que llevaba Horacio la fatídica noche del 27. El aparato fue encontrado por un mochilero a la vera de la ruta 3 sur, en el Paraje “El Cholo”. El teléfono marca Ericcson apareció semidestruido sin la antena y sin la batería. Este sería el único objeto que aparecería de todos los que les fueron sustraídos a Victoria y Horacio el día que los ultimaron.

El Procurador abonaba otra hipótesis
Para el procurador general de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, Eduardo Matías De La Cruz, la línea de investigación del doble crimen no terminaba de cerrar y era muy endeble, ya que los cinco funcionarios designados por ese organismo para colaborar en la pesquisa habían llegado a la conclusión de que el móvil no podía haber sido simplemente el robo, como se sostuvo tras la detención de los tres hombres con antecedentes en la comercialización ilegal de autopartes.
“Nosotros enviamos dos comisiones, una cuando se produjo el hecho y otra en forma reciente, a pedido de familiares y amigos de las víctimas porque tenían serías dudas. Las dos comisiones llegaron a la misma conclusión: la hipótesis oficial no cierra y es muy endeble" señaló De La Cruz.
También, los investigadores que informaron al jefe de todos los fiscales provinciales no descartaron alguna vinculación que surgiría del 'modus operandi’ de los asesinos con dos hechos nunca esclarecidos en Bahía Blanca, los asesinatos de Viviana Aguilera y del taxista Fernando Reveand.
La investigación de los instructores platenses no sólo descartaba por completo la hipótesis "bahiense" sino que consideraba que esa misma hipótesis había estado basada en datos aportados únicamente por la policía y sospechaban que se podía tratar de una maniobra de encubrimiento.
Según se comentó en esos días, una de las líneas de investigación más fuerte apuntaba a que el doble crimen había sido una vendetta por una ‘mejicaneada’: en su momento existieron datos sobre un camión con un cargamento, posiblemente de cocaína, que se perdió en el camino.
Siempre se barajo la hipótesis de la venganza, pero no sólo el comisario Iglesia desestimó la versión. El propio ministro de Seguridad de aquel momento Ramón Verón, dijo a las pocas horas del doble homicidio que “fue un robo que terminó mal”. Cuando declaraba ante los medios lo acompañaban los dos máximos jefes de la policía: Eduardo Martínez y Amadeo D’Angelo.
“Si se supone que las víctimas reconocieron a alguno de los delincuentes, los habrían matado en el acto y no después de haber recorrido más de 100 kilómetros. Y no hubieran usado dos tiros en la nuca, más típico de un código mafioso” indicó un informante. En ese contexto, se analizó la llamada de la joven a sus padres, a pocas horas del secuestro pero cuando aún nadie sabía nada como una especie de “mensaje”.
Las conclusiones a las que llegaron no cayeron bien en el entorno familiar de los Iglesia. “El padre parece que quería que se reactivara el caso, pero no que se cambiara la hipótesis del robo” sentenció uno de los investigadores judiciales.

La Policía
El comisario de la jurisdicción donde aparecieron los cuerpos de los chicos, Mateo Guardia, fue trasladado a los pocos meses del doble homicidio. Paralelamente, Silvia Braun de Iglesia, mamá de una de las víctimas, lo acusó de no actuar correctamente durante la búsqueda de la pareja. También, el por entonces jefe de la investigación, el Comisario Héctor Díaz fue trasladado al poco tiempo.
Además, en esos últimos meses del año 2000, el Jefe de Comandos de Patrullas de Bahía Blanca era el Comisario Inspector Rubén Balh, que meses después fue procesado acusado de “regalar” a un subordinado un ciclomotor incautado en un procedimiento policial.
Silvia Braun reveló que mientras todavía se estaba buscando desesperadamente a su hijo y la novia, fue a reclamarle a Balh que intensificara los rastrillajes en las afueras de la ciudad. Lo que escuchó por parte del policía le impactó: “yo ya sabía lo de los chicos, en la misma madrugada que fueron secuestrados”. Se recuerda que la denuncia por el paradero de los chicos se realizó el domingo a las 8 de la mañana. Si fue así ¿cómo sabía Balh sobre el secuestro de la pareja, antes de la denuncia?
Además de todo esto, existió una denuncia anónima que fue mucho más allá. "El comisario Balh estuvo con los chicos en Tornquist” denunció un supuesto testigo al teléfono 0 800 222 9889 que tenía a disposición la fiscalía.
Desde aquel 27 de agosto de 2000, pasaron siete ministros de seguridad. Todos se entrevistaron con los familiares de las víctimas, todos prometieron ocuparse “personalmente del caso”. Unos ofrecieron recompensas para los “arrepentidos”, otros aseguraron que pondrían “todos los investigadores a disposición del caso para que se esclarezca de una vez”. También todos, decían que venían con la "decisión política" para actuar.

La condena y la segunda parte de la investigación
Finalmente, la acusación del fiscal d´Empaire fue sólida y los jueces del Tribunal en lo Criminal 3 -Pablo Soumoulou, Fernando Glitz y Daniela Castaño- condenaron a 10 años de prisión a Goyeneche, Corona y a Martín por el delito de “instigación al robo automotor calificado por la portación de armas”.
Tras las condenas a quienes habían pedido el auto en el que viajaban María Victoria y Horacio para “poncharlo”, el fiscal se abocó a la búsqueda de los autores materiales del crimen.
Así es como cayeron detenidos tres peligrosos sujetos identificados como "El Chino" Aguilar (45), Gustavo Javier "El Lagarto" Ravainera (45) y Héctor Hugo "El Petiso" Fernández (43). Fueron acusados de haber asesinado a María Victoria Chiaradía y Horacio Iglesia Braun.
Ahora, luego de nueve años de investigación, el fiscal Eduardo d’Empaire cree tener las pruebas suficientes para sostener que los detenidos -que se encuentran con prisión preventiva firme- fueron los autores de aquel trágico hecho e intentará demostrarlo a partir de mañana.
Según consta en la causa, quedó probada la relación de los tres delincuentes, aunque ellos lo nieguen, entre sí y en torno al negocio ilícito del robo de automóviles. Con respecto al doble homicidio, un testigo de identidad reservada identificado como “SS”, declaró que el “Petiso” Fernández y el “Chino” Aguilar, manifestaron frente a él haber cometido el doble homicidio de María Victoria y Horacio.
También este testigo escuchó frases tales como “menos mal que estos giles no nos mandaron en cana”, en referencia a Goyeneche, Corona y Martín. Además, agregó que Fernández recibía cartas del chapista Goyeneche.
El declarante cuenta que un arma, calibre 22, como la utilizada para ultimar a los jóvenes, estuvo enterrada en un campo de San Blas, y que el “Chino” y el “Petiso” una vez la sacaron. Y que le manifestaron que esa arma, que estaba envuelta en nylon, era el arma del doble homicidio. Otros testigos, confirmaron la costumbre que tenía Fernández de guardar las armas en bolsas de nylon y enterrarlas.
“SS” aporta otro dato, y es que mientras desenterraban el arma, para cometer un nuevo hecho, estaba presente un ex policía de Viedma. Al parecer, ese hombre sería Jorge Martín Pereyra, con quien los imputados admiten tener una relación comercial, en torno al negocio de la venta de autos.
Fue justamente Pereyra, quien apareció filmando y fotografiando a las madres de las víctimas, que se encontraban en la puerta de la fiscalía, el día de la declaración de uno de los imputados.
Luego de ese episodio, el fiscal d’Empaire ordenó allanar la casa del sujeto y secuestró varias armas de distintos calibres. Posteriormente, Pereyra alegó que trabajaba para un estudio jurídico de Río Negro.
A esto se le suma, el profundo odio que manifestó el propio imputado Aguilar, hacia el Comisario Iglesia, papá de una de las víctimas. “Iglesia tenía ‘mala calle’ desde el 83, se merecía que se lo hagan a él, no a los chicos, yo en el 84 fui picaneado por él y por Ortiz, quienes me cortaron un pedazo de testículo” dijo Aguilar, durante la declaración indagatoria.
Incluso, Aguilar purgó nueve años de prisión por delitos contra la propiedad y contra la libertad, y quien lo detuvo fue el comisario Iglesia.
En tanto, un testigo, en aquel momento allegado a Héctor Fernández, dijo que en la época en que estaban buscando a los chicos, estaba mirando televisión, con el hoy imputado, y Fernández dijo “a esos pibes no los tienen que buscar más porque ya están muertos”.
Y agregó que “Fernández y Aguilar se la tenían jurada a Iglesia, y seguro que si se cruzaban con un hijo, se lo mataban, porque había mucho odio con Iglesia”.

Dos muertes dudosas
En cuanto a la participación del detenido Gustavo Javier Ravainera, existe en el expediente judicial, el testimonio de un familiar de Roberto Luís “El Sordo” Schell.
Schell era un delincuente, compañero de andanzas de Ravainera, que durante un robo en campo de Daireaux fue, aparentemente, asesinado por sus propios compañeros para evitar que “se quebrara” y contara lo que sabía del doble crimen.
El testigo refiere que Ravainera y Schell habían participado del doble homicidio y fueron quienes le llevaron a Goyeneche, el auto Corsa Gris, en el que viajaban María Victoria y Horacio.
Otros testimonios ratifican que Ravainera y Schell siempre robaban juntos, y que tenían relación con Goyeneche y sus empleados. Otra prueba fundamental, es que dos testigos ven a Ravainera a bordo del Corsa Gris en la Ruta 86, en cercanías del lugar donde fue abandonado el auto de Horacio Iglesia.
Como se mencionó Schell fue asesinado por la espalda por su compañero de andanzas Manuel Ortega, con quien venía realizando este tipo de “trabajos” relacionados con el robo de autos y con asaltos. En Coronel Suárez, al menos tres vecinos fueron víctimas de su accionar.
Según testimonios, eran mercenarios que trabajaban para una banda bahiense que levantaba vehículos para cualquier chapista, en esa oportunidad el vehículo Corsa gris lo habría solicitado uno de los empleados de Martín Goyeneche, presumiblemente por orden de éste.
Se supo que en aquel momento, Schell desapareció de su hogar un día antes del secuestro de la pareja bahiense y retornó un día después de ese hecho. Quién no regresó fue Ortega, que sí apareció al día siguiente de que fueran encontrados los cuerpos asesinados de los chicos.

Coincidencia
Néstor Vittadini salió de la cárcel en diciembre de 2000. Era boxeador y había caído en prisión luego de cometer un robo en las afueras de Bahía Blanca. Siempre se dijo que dentro de las unidades penitenciarias los presos manejan mas información sobre los casos policiales que lo que se sabe fuera de los muros.
Vittadini no era la excepción a esa máxima “tumbera” y según la confesión que le hizo a su hermana Miriam, él tenía datos muy importantes con respecto a la muerte de los jóvenes. Eran tan importantes que ni siquiera se los reveló a los más íntimos, solo quería contárselo al comisario Iglesia.
Días antes de la navidad del año 2000, Néstor Vittadini se presentó en la casa de los Iglesia. Allí abrió la puerta Silvia Braun. “Yo soy un conocido de su esposo y vengo a decirle algo muy importante” dijo el ex convicto.
El comisario Héctor Iglesia no se encontraba, estaba cumpliendo funciones en la departamental de Trenque Lauquen, y Silvia Braun le propuso pasar para que le contase lo que sabía. Vittadini se negó y dijo que volvería cuando el comisario regresara en los primeros días del 2001.
Néstor Vittadini, de 48 años, nunca pudo volver a la casa de los Iglesia por que fue asesinado de 5 balazos en la espalda el 4 de enero. El ex presidiario fue muerto a metros de su casa en el barrio de Villa Floresta cuando se desplazaba en su bicicleta, sin razón aparente.
Curiosamente, un informe balístico indicó que el mismo revolver calibre 38 que había sido utilizado para matar a Schell había sido el usado para eliminar a Vittadini. Ambos tenían información valiosa sobre la autoría del crimen de María Victoria y Horacio y ambos fueron asesinados con el mismo arma.

El juicio
Si durante el juicio oral y público que comenzará hoy quedará acreditada la autoría de los tres hombres y se llegara a una condena contra los acusados, la pena no podría ser otra que la cadena perpetua por el hecho sucedido el 27 de Agosto de 2000 y que sigue conmocionando a toda Bahía Blanca.
Gustavo Aguilar, Javier Ravainera y Héctor Fernández serán juzgados por el Tribunal Criminal n°3, integrado por los jueces Guillermo López Camelo, Alejandro Cantaro y Gabriel Rojas. Se estima que el debate se extienda hasta fines de noviembre por los 180 testigos que están citados a declarar.
Actuarán como fiscales los mismos que estuvieron a cargo de la investigación desde el primer día: Eduardo d’Empaire y Claudia Inés Lorenzo. En tanto, los acusados estarán representados por Sebastián Martínez (Aguilar), Juan José Martínez (Fernández) y Luis De Mira (Ravainera).

Fuentes: archivo de equipo de La Brújula Net, diarios Clarín, La Nación, Página/12, Nuevo Día, Hoy, La Nueva Provincia y revistas Gente y Noticias.

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