Independiente del significado que tiene reemplazar un viaje de egresados, por una cabalgata, recorrer la imponencia del cordón serrano que nos rodea hasta llegar al parque Tornquist, pasando por Santa Clara, Lolén, admirando las reservas naturales de flora y fauna, los caballos salvajes, trabajar en la manga vacunando, capando o marcando, quedará para siempre una lección de vida.
La recuperación de nuestra identidad, el contacto con la naturaleza, las bellezas naturales que representan pasar por entre un paisaje que si bien lo tenemos a mano, muchas veces representa solo un paseo.
La cabalgata de la Escuela Agropecuaria, significa mucho más que eso, representa convivencia, sortear inconvenientes, valerse por uno mismo pero con la mano solidaria del otro, compartir con los compañeros, convivir con los directivos y profesores y acatar las ordenes de un tipo simple, sencillo, un auténtico baquiano que es capaz de ocultar un lagrimón cuando los chicos le agradecieron sus retos con un presente recordatorio, a pesar de su personalidad.
La experiencia del fogón final es fuerte, los chicos y los grandes se despojan de toda formalidad y expresan lo que sienten, lo que representó la cabalgata, bañarse en los arroyos, preparar ropa vieja, condimentar el jabalí que asaron durante cinco horas, compartir, cabalgar por un paisaje maravilloso, pero con inconvenientes, dormir en carpa o en bolsas, valorar todo el esfuerzo que la familia hace para que en casa no falte nada, en fin, la experiencia es incomparable.
Es una lección paseo o lección de vida, cuando los chicos recién empiezan a formarse y a enfrentar los desafíos de crecer con todo lo que ello implica.
Los profesores, tuvieron palabras sinceras y mas que consejos, valoración por el momento vivido y las expectativas por lo que vendrá.
El Director de la Escuela Agropecuaria Roberto Palacio, los Profesores Daniel Maier, Alejandro Alberdi, Miguel Kidka, el Veterinario Daniel Schmitz, un padre de uno de los chicos, el Profesor Marcelo Di Lorenzo, “Pepe” Bongiorno, otros baquianos, como “Lita” Cárdenas y un final a cargo de Miguel Fernández, representando la conveniencia del diálogo, del abrazo, el valor de la familia y la necesidad de expresar libremente los sentimientos.
Cubrimos durante 8 años la cabalgata, ahora en esta edición, no diré que la vivimos de adentro, pero compartir el fogón final en Santa Clara, después de la cena con corderos asados por Alejandro Alberdi y sus ayudantes, los versos de Juan Galbarino y sus sabios principios sanmartinianos, un exponente suarense de la argentidad, enriquece y fortalece sobre todo en tiempos, donde las familias corremos en desventajas por los condicionamientos de afuera y las exigencias exitistas y mercantilistas de la actualidad.
Gracias por la invitación, la cabalgata de la Escuela Agropecuaria, solo se puede hacer en Coronel Suárez, con la calidad de nuestra gente, la conducción de nuestros dirigentes y las personalidades de los jóvenes que buscan despegar con cimientos sólidos.