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Como se Pide
Otra vez Plusmar.

 

“Viajar en Plusmar y no morir en el intento”.
Por Florencia Cortalezzi.

Domingo 12 de febrero de 2017, tomo el servicio de la empresa Plusmar de las 23 horas en Coronel Suárez con destino a Buenos Aires.
Mi ubicación: la parte inferior del ómnibus, justo al lado de la máquina de café.
Salimos de la terminal con absoluta normalidad, pero una vez que estamos en la ruta alejándonos de Suárez, la velocidad aumenta a tal punto que el letrero digital que marca la temperatura ambiente indica “Exceso de Velocidad” en forma continua.
El inmenso vehículo se mueve para un lado y para el otro, parece una carrera por rebasar camiones y colectivos. Pienso en las personas que viajan en la parte superior e imagino que la sensación será aún peor.
Inevitablemente llega el volantazo y la maniobra brusca, mordemos la banquina y volvemos a la ruta. La velocidad es cada vez más alocada.
Miro a mi costado y veo movimiento, de la máquina de café salen cucarachas y olor nauseabundo. Trato de combatirlas como puedo.
Pozos y más pozos, cada tanto una frenada, el estado de la ruta 3 es deplorable pero los choferes no aminoran la marcha.
Entre tanto bamboleo el colectivo se detiene en medio de la ruta, de la nada el motor se para y se apagan todas la luces. Quedamos a oscuras completamente, hacia adentro y hacia fuera en el medio de la nada.
Quieren dar arranque y la máquina se resiste. Pido al cielo no ser embestidos por otro vehículo.
Arrancamos y pienso que esa pudo ser una advertencia para volver a la cordura, pero con los cambios de marcha la velocidad aumenta nuevamente hasta llegar a la estación de Retiro, en donde debo sortear otro tipo de pruebas: la mafia de los taxis, los indigentes que duermen en el predio y roban a los pasajeros, los borrachos, los delincuentes.
A lo largo de mis años he viajado sin calefacción en pleno invierno, con el asiento roto sin poder reclinarlo, con agua filtrándose por las ventanillas y la mayoría de las veces encomendándome a la buena de Dios.
A quién le importa si el final es la “tragedia”, nadie controla, nadie se hace cargo.
Lamentablemente estamos cautivos de estas empresas por no contar con un servicio aéreo que llegue a Coronel Suárez o un mejor y más seguro medio de transporte.
Tendremos que seguir denunciando nosotros, los usuarios, quienes pagamos mucho dinero en pasajes para que nos brinden en cada viaje un servicio inferior.
Florencia Cortalezzi - DNI 25.777.835

 
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