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José Morante ya está listo para las 24 Horas de la Corvina Negra.

La prensa tresarroyense y los vecinos de Claromecó se hicieron eco de la llegada del pescador suarense.
"No sé cómo se dice. ¿Pasión? Bueno, eso es lo que siento", contó Morante al arribar a Claromecó, el pasado martes tras 11 horas de viaje en su Ford A modelo 1928.

"Es un lujo que haya venido de nuevo por Claromecó". Eso le dijo un turista a José Luis Morante, el jubilado que a bordo de su Ford A modelo 1928 cargado de "bártulos" e ilusiones, unió Coronel Suárez-Claromecó para participar de Las 24 Horas de la Corvina Negra, tal como lo hace desde hace 33 años.
El suarense llegó a la localidad el pasado martes a las 21.30, luego de 11 horas de viaje. Pasó por una casa de pesca y partió hacia el Pozo de Alonso, la zona elegida por el experimentado pescador para afrontar los próximos días con la idea de quedar en la historia de Las 24, aunque Morante ya es parte de la historia grande del concurso.
Luego de su primera noche en Claromecó, la familia procedente de Coronel Suárez se dispuso a darle el toque final a la organización del campamento que los cobijará hasta después del certamen. Lo hizo el miércoles por la mañana, bajo un cielo gris y una llovizna típica de otoño. "Son 33 años de viento, de lluvia y de lucha. Lo de ahora no es nada", dice este querible pescador, quien a fuerza de sacrificio y humildad se ganó un lugar en las páginas doradas de Las 24.
"Soy feliz y disfruto mucho venir. Cada vez que vengo con mi familia me emociono. No tengo palabras para los directivos del Club Cazadores. Quiero agradecerles porque me han donado la inscripción", expresa Morante, conmovido y con la voz cortada.
Sus muestras de gratitud no sólo tuvieron como destino a la entidad organizadora. "El Negro Piscicelli, en una de esas tantas noches que he viajado, me auxilió en Indio Rico. Paró con su colectivo viejo y me ayudó. A eso no me lo voy a olvidar nunca", recuerda.
Al límite
"Se la banca", asegura entre risas el pescador cuando se refiere a la Ford A roja y de ruedas angostas. "Según los entendidos, hago un promedio de 38 kilómetros por hora. Tardo entre diez y once horas para venir a Claromecó", afirma el jubilado, quien agrega: "Gasta medio litro de nafta por legua. A veces un poco más cuando está muy cargada. Eso es lo que más duele", acota Morante, que sin decirlo abiertamente, hizo referencia al sacudón económico que implica llenarle el tanque a la legendaria máquina.
Claromecó y Las 24 Horas tienen un significado especial para este incansable jubilado municipal. "Todo el día hablamos de la corvina y de Claromecó. Es el sueño del pibe, como se dice, llegar hasta acá", indica.
Apela a su memoria y retrocede en el tiempo para contar que hace unos 20 años, "cuando recién salieron los reels Squalo 6003. Ahí entré en el puesto 40. Yo tengo pasión por Claromecó y por Las 24 Horas".
- ¿Por qué viene?
- Las ganas de venir no se me van nunca. No sé cuándo se me irán, si es que las voy a perder algún día. No sé cómo explicarte lo que es Claromecó para mí y para mi familia. Desde la primera vez que pisé este lugar, supe que siempre iba a seguir viniendo. No sé cómo se dice. ¿Pasión? Bueno, eso es lo que siento. No tengo palabras para decir lo que me pasa.
"Hay muchísima gente que nos ayuda a venir. No tengo palabras para agradecerles a todas las personas que me nos dan una mano para llegar. A los tumbos pero venimos", expresa.
"Siempre digo que al que le gusta la pesca, no tiene que perderse todo lo que genera Las 24 Horas. La previa, la gente... Todo es maravilloso. Me da mucha emoción. ¿No me ves cómo estoy?", dice el oriundo de Coronel Suárez, nuevamente conmovido.
José Luis arribó a Claromecó en la resistente Ford A junto a su esposa María Angélica, a su hija Gloria y a sus dos nietas. "El sábado esperamos a los otros hijos y a una familia más", adelanta, entusiasmada, la fiel acompañante del pescador.
A su turno, Gloria, la más emocionada de la familia Morante, no contuvo sus lágrimas cuando se refirió a la aventura que impulsó su padre hace 33 años. "Es mucho sacrificio y esfuerzo, pero siempre llegamos. Son muchas horas de viaje. Es inexplicable contar el hecho de que puedo compartir esto con mi papá y con mi mamá. Las cosas se hacen en vida", sentenció.
Fuente: La Voz del Pueblo.

 
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