La entrevista con Alejandra Travería, en esta ocasión no fue para hablar sobre lenguaje de señas o sobre actividades relacionadas con la atención de personas con necesidades especiales, sino para tratar sobre la reciente experiencia que acaba de realizar con su pareja, Ricardo Villar.
Participaron de una competencia, que se lleva a cabo en la Cordillera, con partida y regreso en el cerro Catedral, en Bariloche, el Cruce Columbia.
Y resultaron ganadores en su categoría “Nos aventuramos a hacer el Cruce Columbia, en San Carlos de Bariloche, que son 100 kilómetros de recorrido. Teníamos prevista esta carrera, tuvimos que hacer un entrenamiento, en subidas y bajadas, por lo que nos ayudó mucho poder hacer ese entrenamiento de las piernas en Sierra de la Ventana. Para Ricardo es el tercer cruce de este tipo”.
Explicó que “se trata del cruce de los Andes. Salimos del Cerro Catedral, nos movilizan hasta Chile, hacemos Aduana, nos transportan en otros buses y pasamos al lado argentino por el Paso Manso y ahí empieza la primera etapa. Todos los años van variando los pasos de la cordillera”.
Contó Alejandra Travería, que “el primer día fue bastante duro, comenzamos a las 4 de la mañana, por ende nos levantamos a las 3 para estar bien puntuales, con todo el equipamiento. La competencia de dividió en tres etapas, cada etapa tenía su campamento base, al pie de un lago. El primer día corrimos 34 kilómetros por la cordillera, después nos quedamos en un campamento donde teníamos la posibilidad de poner los pies por varias horas dentro del agua, para refrescarlos. Siempre largábamos a la mañana, muy temprano, así durante tres días”.
Nuestros entrevistados señalaron que “La primera etapa la hicimos en 5 horas 45 minutos; la segunda en seis horas cuarenta minutos; y casi 7 horas el tercer día. Por la dificultad y porque se sumaba el cansancio. Los kilómetros eran más o menos lo mismo, pero variaba mucho la geografía de la montaña. El último día teníamos mucho de bajada, porque se acercaba al final, y había que bajar varios cerros para llegar a la ciudad de Bariloche”.
La carrera se inicia con 3 kilómetros que se corren en territorio chileno, con chips colocados en las zapatillas que permite hacer un primer cómputo del tiempo en que se realizan esos primeros tres kilómetros.
Después trasladan a los competidores hasta el lado argentino, y luego de realizar el trámite de aduana, comienza la largada, sumando los primeros puntos obtenidos en la etapa de clasificación.
En este tipo de competencias, se prueba “la resistencia, la tolerancia. El entrenamiento hace que la competencia sea un poco más disfrutable o no. En este tipo de competencia hay oportunidad de estar con el resto de los corredores, con diferencia a otras carreras de pedestrismo donde hay mucha más competencia. Si uno ve a alguien parado, que tiene los pies ampollados, uno para a asistirlo, a darle una curita, alguna venda, algún miorelajante”.
En la competencia, hay tres categoría, una de elite, la categoría de equipos y los amateurs, “los de elite, no sé si paran para ver al otro, pero el resto de los corredores, lo hacemos, es todo muy lindo. Y la geografía misma, que uno va mirando en el recorrido, es totalmente disfrutable”.
El primer día de competencia, el equipo Travería-Villar, terminó a más de una hora de diferencia de los que se ubicaron segundos. Y al término de la carrera, con más de tres horas de diferencia a su favor, terminaron ubicándose primeros en el podio, en su categoría.
“La carrera da eso: la satisfacción de haberme mejorado, superado. Es una superación constante y permanente. Y si uno no lo hace disfrutando, tampoco vale la pena. Creo que hay que hacer esto para disfrutar, no para parirlo. Uno se vuelve un poco adictivo. Uno hace una carrera en la montaña, y a mí que me gusta el trekking, y estoy buscando una nueva carrera. Empecé el año pasado, en Sierra de la Ventana, en 5 kilómetros luego la de 10. La de 100 kilómetros me parecía imposible, pero con el entrenamiento adecuado, lo pudimos lograr” concluyen señalando Alejandra Travería y Ricardo Villar.