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Biodanza, las potencialidades de una actividad terapéutica.

Alicia Hipperdinger dijo que “se busca conectar con uno mismo, con todas sus potencialidades: la creatividad, la vitalidad, la sexualidad”.

El próximo 18 de enero comenzarán en Coronel Suárez clases de Biodanza, a cargo de Alicia Hipperdinger, quien está concluyendo una formación en esta especialidad.
“Me recibo de facilitadora en Biodanza, ya presenté la tesis y estoy habilitada para facilitar Biodanza en Coronel Suárez”.
Cuenta que “tengo un dibujo hecho hace 30 años atrás, y cuando estoy desarrollando mi carrera lo busco para hacer una clase y encuentro que el dibujo tenía el logo de Biodanza, que es una garza que está desplegando sus alas, como en espejo. Es como que mi alma ya sabía que algún día ya abrazaría esto. En el año 2013 Silvia Menéndez me invitó al Congreso Internacional de Psicología Gestalt que se hizo en Colombia. Ahí descubro la Biodanza, sin saber qué era eso. Cuando llego a Coronel Suárez, escuchando en un medio de comunicación, comienza a razonar en mí la palabra Biodanza. Descubrí una escuela en Bahía Blanca y ahí es donde estudié”.
Definiendo lo que es esta actividad Alicia Hipperdinger explica que “es un sistema de integración humana, que fue creado por un médico psiquiatra, psicólogo, maestro, poeta chileno, Rolando Toro. Se trabaja con cinco líneas: sexualidad, vitalidad, creatividad, afectividad y trascendencia. Es muy profundo, hace que el ser humano vaya desarrollando los potenciales genéticos que ya vienen con nosotros, pero nos ayuda a potenciarlos. Se hace a través de una clase, que dura aproximadamente hora y media, dos horas, donde la idea es encontrarme primero conmigo mismo, después con el otro. A través de las miradas, de las caricias”.
Alicia Hipperdinger comentó que “se trabaja el objetivo de clase con una consigna que eso va a desarrollar el movimiento de cada persona, desde su posibilidad. No es necesario saber bailar. No es desde lo cognitivo, sino desde el sistema límbico - hipotalámico, la idea es bajar desde la cabeza y trabajar desde el corazón. No se puede poner en palabras, es tan profundo, es tan vivencial. Se busca conectar con uno mismo, con todas sus potencialidades, que están dentro de cada uno: la creatividad, la vitalidad, la sexualidad. Cuando hablamos de sexualidad en Biodanza no estamos hablando de genitalidad. Es primero conmigo mismo, después con el otro y después con el todo. Es tan profundo y tan vivencial que no se le puede poner mucha palabra a la Biodanza”.
Las clases comienzan el 18 de enero a las 20 horas en Alma Mía, que está ubicado en la calle Fátima 1050, es abierto a hombres y mujeres a partir de los 16 años.

 
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