Servicio Meteorológico Nacional - Coronel Suárez.
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Una familia reclama a la Iglesia porque su hija pueda tomar la Primera Comunión.

Se trata de la familia de Catalina Recuna.
De Catalina la comunidad viene hablando desde que nació.

Hoy “Cata” tiene 11 años, pero como dice su mamá viene luchando desde el minuto cero.
Nació con Síndrome de Down y desde el momento de abrir sus ojos se manifestó como una convencida luchadora de la vida.
Tuvo todos los problemas que puede tener asociados a su patología de base, pero de cada una de ellas fue saliendo con renovadas energías.
Hizo el jardín de infantes, ahora está cursando la escuela primaria en el establecimiento que le abrió las puertas de par en par, el Colegio José Manuel Estrada.
Y como todos los niños del establecimiento tiene catecismo. Sus padres, católicos, quieren que Catalina tome la Comunión.
Pero hace aproximadamente un mes atrás, en una reunión que los padres tuvieron con el Párroco Diego Kessler, se sembraron dudas sobre las posibilidades que pudieran acceder a este sacramento básico de la Iglesia.
En ese encuentro, Fernanda, la mamá de Catalina, preguntó si su hija iba a poder tomar la Comunión. El Sacerdote respondió que tenía que asegurarse que la niña distinguiera entre un pedazo de pan y la ostia.
También dijo que “debía evaluar a Catalina antes de decidir si podía tomar la Comunión”.
“¿Evaluar qué?”, se preguntan los padres. ¿Qué es lo que tiene que certificar Catalina? Esta luchadora de la vida, bautizada dos veces, una de ellas a poco de nacer, por el Padre Roberto Buckle en Bahía Blanca, cuando su vida corría peligro; y la segunda, ya repuesta, rodeada de todos sus afectos familiares.
Sus padres repiten, refiriéndose a la confirmación, que “Catalina, podemos asegurar, tiene muchos menos pecados que el más comprometido de los católicos. Su corazón es noble. Había que ver la alegría que tenía luego de la bendición de la palabra de Dios, con qué cuidado sostenía en sus brazos la Biblia que había recibido de manos del sacerdote”.
Y es probable que muchas personas de la comunidad, todos aquellos que durante meses hicieron cadena de oración pidiendo a Dios que curara a esta niña, también se hagan la misma pregunta: ¿Acaso no están abiertas las puertas del cielo para todo el mundo? Cuándo se hacen tantos esfuerzos por la integración, ¿cómo puede ser que desde la Iglesia se haga un gesto de discriminación? ¿Acaso el Papa Francisco no está dando nuevos gestos y marcando caminos amplios de inclusión amorosa hacia todas las personas, todos los días?
Catalina, de todas maneras, va a tomar la Comunión. Se la va a dar el Padre Antonio, en el Pueblo Santa María.
Pero el tema que circula desde hace un mes en las redes sociales no deja de abrir interrogantes, generar enojos y multiplicar las voces de reclamo por la apertura de una Iglesia que así, lejos de convocar, aleja.

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